domingo, 13 de enero de 2013

A MI POTRO ][53]


A MI POTRO [53]

Cuando te vi por vez primera
tus resoplidos sordos me ahuyentaron,
un falso abierto se encontró conmigo
desde ahí, te dejé pastando en la llanura,
probaste todos los verdores de la vida
en tanto mi traje negro de plata se vestía.

Te vi retozar con las blancas, las pinto,
aquéllas que llevaron a la Santamaría,
observé que no tenías paz y por las cercas te brincabas.
Sin atajo a tus ansias

consentido te creías,
buscando en otros brazos,

lo que aquí te sobraba.

Adivino en tus ojos una mirada nueva
tus corvas están cansadas,
tus cascos ya no suenan como antes,
tus caderas otros años majestuosas
han perdido ese brillo de las primaveras.

Contemplo y siento pasar el tiempo,
te veo correr detrás de sueños ajenos
y dejas los míos, aquí sobre una lápida blanca
tejiendo versos en letras,

con las que me entretengo…

¡Qué vana cosa la vida!

¡Qué tristes se tornan los sueños!
¡Qué grandeza el bien pequeño,

y qué pequeño para mí ha sido,
haber llegado a tus brazos

y no haberte conocido!

Abro mi puerta de madera de sones viejos
parece la guitarra de aquél cantor que sobre una roca
embelesado suspira por su doncella primera,
y triste, toma una mujer convertida en vihuela,
para hacerla suya en medio de tonadas.

Marcho de aquí,  

tienes abierto el falso
para que entres cuando quieras.
Sin importar lo que digas…

murió ese amor que tenía contigo.


Una flor sin riego  marchita,
un beso sin ganas no se siente
una caricia en un nido vacío

es como morir de frío
bajo un árbol sin ramas…

Vuélvete melodía en la pradera

con ese viejo amor tuyo,
espero que al menos tú seas feliz.


Seguiré entretenida con las flores que se ofrecen
y esas plumas voladoras que tanto me enternecen,
las veré viajar cual si fuera yo…


Admiraré cuando lleguen,

y suspiraré cuando no las vea más,
en tanto un candelabro enciendo

para quitarme las manchas,
para llorar despacito mientras el tiempo pasa,
y el reloj se detiene para alguno de los dos.

No llores hoy porque no lo harás mañana
no dejes flores hoy,

me las llevarás en otro tiempo
si acaso quieres tomarlas de mi final aposento
para dejarlas ahí con rostro de contento,



y pueda volar al fin hasta llegar a la cumbre,
donde siempre me ha esperado el hombre
el varón de ojos cálidos y voz que susurra un te quiero,
cuando me busca en las sombras.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 13/13




No hay comentarios:

Publicar un comentario