Despacio, sin destino fijo
Mecido en las nubes que se desplazan
Va mi tamborilero con su rostro feliz.
Su tambor anuncia lágrimas de sol
Y la campiña se llena de niños llorones
Que piden a un Dios cercano besos amanecidos
Manos tibias y pequeños muñecos de trapo.
Es tan poco lo que piden: -dice mi niño tamborilero-
Que adornaré el cielo de muñecos voladores
Danzarán mis niñas de colores ante sus ojos
Y ellos correrán felices queriéndolas alcanzar.
Complacidos los chicos corretean
Y mi bebè con los ojos cerrados golpea la piel
Cada herida es un llamado a ese lejano amor
Pero la lluvia repetida de sus ojos
Regando mi danzante primavera me conmueve.
¡Tamborilero!... ¡Tamborilero!...
Regálame para navidad una sonrisa y envíala con el viento
Quita éste dolor que me oprime y no me deja seguir
Dejaré abierta mi puerta grande para que puedas entrar
Y el sonido de tu corazón como un pequeño tambor
Sea un motivo que me inspire a componer una canción
Y a cantar al son de las aves que corren como si volaran
En un mundo tan alejado de ti.
Descubriré la estrella gigante de Belén
Y serán de nieve mis pies al cerrar los ojos una vez más
Para encontrar la promesa de un mañana afortunado
Donde la tibieza ocupe su sitio en mi huerto,
Y puedas recorrer el mundo cumpliendo el sueño
De un día donde el dolor será tiempo perdido
Y la felicidad sea el motivo válido para existir.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 13/12
Y la campiña se llena de niños llorones
Que piden a un Dios cercano besos amanecidos
Manos tibias y pequeños muñecos de trapo.
Es tan poco lo que piden: -dice mi niño tamborilero-
Que adornaré el cielo de muñecos voladores
Danzarán mis niñas de colores ante sus ojos
Y ellos correrán felices queriéndolas alcanzar.
Complacidos los chicos corretean
Y mi bebè con los ojos cerrados golpea la piel
Cada herida es un llamado a ese lejano amor
Pero la lluvia repetida de sus ojos
Regando mi danzante primavera me conmueve.
¡Tamborilero!... ¡Tamborilero!...
Regálame para navidad una sonrisa y envíala con el viento
Quita éste dolor que me oprime y no me deja seguir
Dejaré abierta mi puerta grande para que puedas entrar
Y el sonido de tu corazón como un pequeño tambor
Sea un motivo que me inspire a componer una canción
Y a cantar al son de las aves que corren como si volaran
En un mundo tan alejado de ti.
Descubriré la estrella gigante de Belén
Y serán de nieve mis pies al cerrar los ojos una vez más
Para encontrar la promesa de un mañana afortunado
Donde la tibieza ocupe su sitio en mi huerto,
Y puedas recorrer el mundo cumpliendo el sueño
De un día donde el dolor será tiempo perdido
Y la felicidad sea el motivo válido para existir.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 13/12
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