Colecciòn Gatos. Raquel Rueda B./agosto/12 Usiacurì Atl.
Usiacurì me regalò el amor
tras las rejas el minino con sus amantes
sòlo una vez le observè, le dije que lo amaba
y èl con la inteligencia de sus siete vidas
encontrò lo que sus dorados ojos buscaban: a mì.
La càrcel se abriò, sin creerlo sobre mis pies
arrullado en amores mil besos me entregò
habìa un poco de niebla aùn, el dolor fresco
una solitaria casita plantada en un cerro,
un gran poeta Julio Flòres quien allì compusos sus flores negras
tal vez embelesado en las aguas de los pozos de agua fresca
donde tantas veces se sanaban, los dolores del alma y del cuerpo.
No quise caminar màs... en èste rincòn apacible quiero pernoctar
allì sòlo hay flores en el camino, aùn los caballos pasan veloces
la mano del hombre de a poco llega, pero èsta vez a cultivar flores blancas.
Un arroyo cristalino baja desde la montaña, donde el verdor besa el aire
se respira aùn la lluvia fresca, los mojones del ganado hùmedo
ese olor a tierra mojada y las mariposas de colores que danzan sin prisas
atenidas a los besos de todas las flores que abundan
y a los abrazos de las enredaderas rosa, que suben tranquilas por las ramas.
Respirè una paz blanca, donde los polìticos parecen asomar el rostro
observè miradas picantes y las manos se meten en los bolsillos,
hay prisas por comprar terrenos de paz que se destruiràn de a poco
pero Usiacurì es tierra intocable, allì no llegarà nadie a dañar nada
el alma del poeta se respira en el ambiente,
saldrà de su casita llena de flores azules y harà marchar al indolente
para dar paso al caminante de ojos claros, que busca un alar en el camino.
Quise despedirme pero el minino me siguiò, una y otra vez su mirada,
algo extraño indescifrable sentì... y el amor entre el minino y yo
se convirtiò en una corriente, que como la paz del bosque se respira
en èstas bellas tierras de Usiacurì.
Raquel Rueda Bohòrquez
Barranquilla, octubre 6/12
La càrcel se abriò, sin creerlo sobre mis pies
arrullado en amores mil besos me entregò
habìa un poco de niebla aùn, el dolor fresco
una solitaria casita plantada en un cerro,
un gran poeta Julio Flòres quien allì compusos sus flores negras
tal vez embelesado en las aguas de los pozos de agua fresca
donde tantas veces se sanaban, los dolores del alma y del cuerpo.
No quise caminar màs... en èste rincòn apacible quiero pernoctar
allì sòlo hay flores en el camino, aùn los caballos pasan veloces
la mano del hombre de a poco llega, pero èsta vez a cultivar flores blancas.
Un arroyo cristalino baja desde la montaña, donde el verdor besa el aire
se respira aùn la lluvia fresca, los mojones del ganado hùmedo
ese olor a tierra mojada y las mariposas de colores que danzan sin prisas
atenidas a los besos de todas las flores que abundan
y a los abrazos de las enredaderas rosa, que suben tranquilas por las ramas.
Respirè una paz blanca, donde los polìticos parecen asomar el rostro
observè miradas picantes y las manos se meten en los bolsillos,
hay prisas por comprar terrenos de paz que se destruiràn de a poco
pero Usiacurì es tierra intocable, allì no llegarà nadie a dañar nada
el alma del poeta se respira en el ambiente,
saldrà de su casita llena de flores azules y harà marchar al indolente
para dar paso al caminante de ojos claros, que busca un alar en el camino.
Quise despedirme pero el minino me siguiò, una y otra vez su mirada,
algo extraño indescifrable sentì... y el amor entre el minino y yo
se convirtiò en una corriente, que como la paz del bosque se respira
en èstas bellas tierras de Usiacurì.
Raquel Rueda Bohòrquez
Barranquilla, octubre 6/12
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