Empieza el dìa domingo, no el de siempre... sino mi dìa...
tal vez corra de nuevo hacia ningùn sitio con la velocidad de mi propio ruido
el fondo de una carranga del vecino a todo volùmen me aburre
y el borracho de cada fin de s
emana hediondo a trago fino terminando en rancio
el pantalòn hùmedo con olor a orìn caracterìstico, un cigarro tras otro
un càncer en movimiento haciendo nido en cualquier parte
y todas las tareas aguardando unas manos, pero èsta vez no seràn las mìas
tengo un compromiso conmigo pues hoy es mi dìa
que no se repetirà.
Mi viejo que ahora no lo veo tan maluco ni tan gordo...
prepara las faenas de la doncella un poco vieja y se apropia de ellas,
hoy detallo un brillo nuevo en su mirada, tal vez hay algo que olvidò
pueda ser que en mì ha brotado la semilla del deseo o èl lo reencontrò
pero en medio de todo èsto, de las prisas de ayer no queda nada
como si la cometa de nuestros propios sueños hubiese marchado
y en medio del ruido ajeno es bello despertar.
Buscarè un tango para acompañar, mientras me tomo un tinto y brindo algo
un beso al amanecer està pendiente, un abrazo a mi vecino anciano
que sentado en su sillòn observo dìa a dìa, como robando al cielo un tiempo màs
recogiendo de mi àrbol sus hojas caìdas, con una sonrisa que conoce todos los atajos
con unas manos que remendaron todas las penas, en medio de charlas a solas
contemplando una salida de sol cada mañana.
¡Que suene la mùsica!... a èl le encanta escuchar cuando busco el micròfono
se embelesa en cada poema que declamo, imaginando que son sus palabras
una ronca habla y parece que cantara, cuando un mirlo llora en su ventana.
Busco en mi olvidado vaivèn de almas solas mi propio espacio
el dinero es tan poco que para lo mismo alcanza
pero es vàlido para sobrevivir unos instantes màs,
y tomada de una mano que tal vez sea la mìa
escribo lo que el dìa domingo me hace soñar
y escucho una melodìa nueva que me inspira una oraciòn.
Raquel Rueda Bohòrquez
Barranquilla, octubre 7/12
el pantalòn hùmedo con olor a orìn caracterìstico, un cigarro tras otro
un càncer en movimiento haciendo nido en cualquier parte
y todas las tareas aguardando unas manos, pero èsta vez no seràn las mìas
tengo un compromiso conmigo pues hoy es mi dìa
que no se repetirà.
Mi viejo que ahora no lo veo tan maluco ni tan gordo...
prepara las faenas de la doncella un poco vieja y se apropia de ellas,
hoy detallo un brillo nuevo en su mirada, tal vez hay algo que olvidò
pueda ser que en mì ha brotado la semilla del deseo o èl lo reencontrò
pero en medio de todo èsto, de las prisas de ayer no queda nada
como si la cometa de nuestros propios sueños hubiese marchado
y en medio del ruido ajeno es bello despertar.
Buscarè un tango para acompañar, mientras me tomo un tinto y brindo algo
un beso al amanecer està pendiente, un abrazo a mi vecino anciano
que sentado en su sillòn observo dìa a dìa, como robando al cielo un tiempo màs
recogiendo de mi àrbol sus hojas caìdas, con una sonrisa que conoce todos los atajos
con unas manos que remendaron todas las penas, en medio de charlas a solas
contemplando una salida de sol cada mañana.
¡Que suene la mùsica!... a èl le encanta escuchar cuando busco el micròfono
se embelesa en cada poema que declamo, imaginando que son sus palabras
una ronca habla y parece que cantara, cuando un mirlo llora en su ventana.
Busco en mi olvidado vaivèn de almas solas mi propio espacio
el dinero es tan poco que para lo mismo alcanza
pero es vàlido para sobrevivir unos instantes màs,
y tomada de una mano que tal vez sea la mìa
escribo lo que el dìa domingo me hace soñar
y escucho una melodìa nueva que me inspira una oraciòn.
Raquel Rueda Bohòrquez
Barranquilla, octubre 7/12
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