domingo, 7 de octubre de 2012

ACTOS DE FE



Imagen: Gatos. Colecciòn personal.

Tan simple como aceptar que existo es la fè. Muchas cosas personales guardamos ante los demàs, pero no podemos negar la existencia de una fuerza màgica, la que cada segundo nos rige, no soy de las que pela sus rodillas ni le dice a otros que es un pecador, cuando en realidad todos lo somos, las cargas nadie puede sopesarlas pues el sòlo impulso de creernos superiores a otros, es de por sì algo malo pues finalmente en la muerte nos igualamos.

Quiero compartir con quien desee leer que mi madre siempre orò tanto, como un àngel ella bordaba versos al señor y a Marìa, ùltimamente por estar escri-
biendo mis cosas en un mundo de sueños, como una niña que al fin encuentra su juguete perdido, no la llevaba tan juiciosa a sus caminatas y cuando
la buscaba ella ya no querìa, simplemente me decìa: no mija, ya se ocultò el tibio sol de la mañana.

Al recordar de èstos momentos, me invade la nostalgia, pero ya no puedo regresar el tiempo y sòlo puedo decir que la ùltima caminata se le antojò un
poco màs, aunque se me desvanecìa y eran muy lentas, como ir  con un bebè, pero era tal su humildad que donde vivo no hay un parque cerca, y los ùnicos àrboles son los de la cuadra, en cada casa hay un àrbol hermoso y ella desde que salìa tenìa un brillo especial por màs  oscuro que estuviera el dìa, la encontraba con su mirada al cielo y sus brazos extendidos orando: Gracias Señor, por èste momento, por tus nubes, por aquèl niño que pasa por mi lado, por el señor que remienda una pared, por esos ojos que me han detallado y yo sòlo callaba y me conmovìa mucho.

Llegamos a vìa 40 y ella soñaba cuando ese muro de Barranquilla que separa la ciudad del Rìo Magdalena, estuviera derribado, decìa que  nos robaba los sueños a los caminantes, asì podrìamos detallar desde lejos lo propio no  como si fuera un sitio ajeno, y el rìo con su bulliciosa carga y los grandes barcos llevando todo lo que de la tierra brota, o le hurtan y ella deseando estar cerca, pero siempre lo decìa todo con tanto amor; ese dìa en especial observè un arco iris tan màgico que le dije: ¡Mire mami ese arco iris tan hermoso!... y ahì estuvimos las dos abrazadas en un instante de oraciòn que guardo en mi pecho, pero no puedo reservar para mì sola,sino que debo compartirlo con los demàs. ¡Bendito y alabado eres Señor, esa luz de color eres tù!, ella lo encontraba en todo sitio, y puedo asegurar
que mi madre es una mujer santa y no necesito demostrarlo ante el mundo.

Ella conocìa todos mis secretos hasta el màs ìntimo, era mi amiga incondicional y sabia que muchas veces me hizo ver las cosas con sus propios ojos,aunque en mi rebeldìa me negara ante ella, pero en el fondo de mi corazòn sabìa que tenìa toda la razòn en lo que me decìa. Le confesè de los problemas con mi hijo, muchos... deseando un trabajo, buscando un padre que lo amara pero que estaba ajeno a su labor, por andar en sus propios cuentos, deseando todo lo que no podìa darle, lujos, ropa fina, tantas cosas que otros muchachos tienen pero que yo no podìa ofrecerle, y decidiò buscar el camino fàcil para olvidar sus problemas, con unos amigos que tenìan todo el dinero, inclusive para hacerlo objeto de sus burlas. 

Decidiò algùn dìa caminar por  ahì como un loco con la ropa hecha añicos, pues despedazaba los pantalones, les dejaba huecos queriendo parecer un chico abandonado y èsto se volviò moda entre los ricos en dinero, pero tan pobres en espìritu que por èste lado mi hijo encontrò consuelo, no sòlo en esas cosas vacìas y mundanas sino en ese humo maldito que hace que las fantasìas lleguen a sus vidas opacando y arruinando familias enteras y las propias.

Buscò en sitios equivocados lo que tenìa de sobra en casa, que era mi amor incondicional, pues una madre siempre ama a sus hijos, pero ningùn consejo
servìa, me sentì tantas veces desalentada con tantos problemas que parecìan llegar uno sobre otro, y un matrimonio a punto de disolverse entre tantas
peleas y abusos que al fin dije: No puedo màs Dios mìo, no puedo seguir en èsta vida miserable que llevo, donde me siento abandonada de mi familia y
mi camino parece perdido, lleguè a pensar en el suicidio alguna vez, no tengo pena en confesarlo pues  sentìa que todo era perdido y mi trabajo no tenìa valor alguno, èsta infelicidad nunca la comparè con otros que sufrìan mucho màs que yo,  estaba dolida ante muchas actitudes que no puedo hacer pùblicas, pero tambièn en un rincòn de mi alma buscaba un consuelo y ese era una oraciòn con mi madre.

Ella amaba a Marìa, sus rosarios continuos que muchas veces me negaba pero era mi rabia interna y mi dolor el que hacìa que me comportara asì, pero
en el fondo repetìa cada oraciòn y la respondìa en silencio con mis labios cerrados. Ella lo sabìa... muchas veces me tomaba de la mano o simplemente
me miraba a los ojos con ese brillo màgico de una madre diferente y especial que tenìa algùn pacto con Dios.

Dèjele todas sus cargas a Marìa, a Dios... ellos se encargaràn de solucionar todo sin que muevas un solo dedo, còmo crees que pude hacer con 17 hijos
y tantas necesidades que tuvimos en  casa?, cada genio diferente, y un mundo de cosas que se sortearon en un camino difìcil, pero fue en la oraciòn
donde pude encontrar fortaleza.

Decidì que ella tenìa toda la razòn y un dìa cuando ya me abandonè, estaba organizando alguna ropita de bebè que tenìa guardada y encontrè unos tenis miniatura de mi muchacho, aùn tenìan olor a talco y la nostalgia llegò a mi corazòn llorando mucho tiempo, sin que nadie advirtiera de mi dolor y ahì en
ese momento me llegò una luz y decidì que ese recuerdo lo colocarìa a los pies de Marìa (una imagen), pero realmente la fè permite que veamos las estre-
llas y escuchemos su voz.

Sentì su presencia y comprendì que ella tomarìa todas mis cargas y me harìa liviano el andar. Fue casi instantànea su obra, al dìa siguiente me confiesa
que un amigo (el que màs lo inducìa al vicio) se marchaba del paìs y asì uno a uno fueron cogiendo su propio camino y su transformaciòn fue milagrosa,
buscò la biblia y me dijo que sòlo para leer  lo que a èl le sirviera para la vida pues no creìa en las religiones, despuès la mùsica en donde encontrò
un refugio y cuando le tocò la triste experiencia de ver a su primo accidentarse  contra esa volqueta que apareciò en su camino, y tuvo que recogerlo moribundo  y llevarlo al hospital, su cambio fue radical, despuès de mucho tiempo de repetirle que se hiciera amigo de sus primos, ante todo de Anderson que era un muchacho ejemplar, en el momento ya eran  buenos amigos y hermanos y mi sobrino le empezò a dar consejos y a salir con èl.

Hoy me dice que desea que su vida estè al servicio de otros, que se abandona a la voluntad divina, que desea la mùsica pero aquèlla que llene de paz y
felicidad y busca cada dìa un motivo, cada segundo me dice: Te amo madre, eres lo mejor que ha podido pasar en mi vida y èsto me llena de tanta emociòn
que puedo anunciar que Dios es verdadero y Marìa es la certeza de que todo lo podemos con la fe, yo sòlo los invito a dejarse llevar de esa mano màgica
que aunque no vemos podemos palpar aùn debajo de las hojas muertas y sobre ellas.

Raquel Rueda Bohòrquez
Barranquilla, octubre 7/12

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