sábado, 13 de octubre de 2012

DESDE MI VENTANA 10


Sofìa Càliz. Fotografìa de Liz Nayibe Àlvarez R


Con el mostacho al lado mi gordito advirtió por su vieja ventana, esperaba que tal vez el brillo del mar de mis ojos lo descubrieran cuando su camisa de verdes encendidos y cuadros violeta, mostraran el esplendo
r de una gran barriga llena de gruesos pelos.

Estaba muy ensimismada… el azul del mar era un llamado lujurioso, esos ronquidos recordaban mis sueños sobre las olas, con un marinero desbocado, y mis brazos queriendo ahogarse entre su alborotado pecho.

Cada segundo era un brillo diferente, hoy las gaviotas, mañana una garza, al segundo siguiente una gigante ola que parecìa volar pero al segundo se desvanecìa en silencio y su arrogancia se quebraba entre las rocas como un arrullo y la blanca espuma quedaba como un recuerdo de su paso.

En èsto me encontraba, cuando un caracterìstico olor a tabaco, un rostro lejano que siempre veìa al cerrar los ojos asomaba por la ventana y la humareda me hizo voltear el rostro : ¡Mare mìa! … toda esa luz màgica me iluminò una vez màs, llegaron los poemas donde los versos al amor y la pasiòn parecen un huracán y en medio de ellos estaba èl… con su vestimenta que tanto amaba, asomò uno de sus pies por la ventana para que observaba que su camisa ya no lo cubrìa, y que sòlo esperaba que me lanzara como un alcatraz en su bùsqueda.

¿Acaso me importaron las olas?... los tiburones rondaban pero mi furor los asustò y huyeron aprisa, mientras danzaba con las olas sobre un caballo gris convertido en delfìn y lleguè a la ventana de “mi gordo” , lo mirè a los ojos y arranquè su pantaloncillo de conservador que le cubrìa hasta las pantorrillas y después de èsto, no supe de mì, hasta que una gran ola me despertò y el brillo de mis ojos se perdiò en el espejo de mis propias aguas.

Raquel Rueda Bohòrquez
Barranquilla, octubre 12/12

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