sábado, 13 de octubre de 2012

BUSCANDO A DIOS



Busco a Dios en la voz de los sinsontes, cuando desde un tupido roble posado en las alturas, sòlo mira con el verdor claro de sus ojos, y desde su pico, los màs nobles suspiros.

La brisa me trae la voz de una flauta, los 

tìmidos labios de mi hijo inventando un son nuevo, donde sus hùmedos ojos en tristes recuerdos empeñados, se ocupa en olvidar, y en cantar como lo hace el mirlo.

En el paso de una garza tal vez lo encuentre, o puede ser tambièn en la hoja que la brisa lanza hasta mi puerta, la tomo, y descubro en cada hilo de su tejido, una mano que acierta en todo lo que hace.

Llegan mis niños cantores y su voz ilumina mi corazón, en sus ojos tan llenos de esperanza veo los propios, tomo sus sedosas manos y las llevo al campanario de mi pecho y descubro que en ellos està su obra.

Ante las olas mi admiración, cuando con su espuma envuelta en traje azul se levanta con fiereza y sus manos me acarician con un beso extendido sobre la caliente arena, tal vez aquì estès… pero levanto la mirada… observo que el atardecer asoma y con èl, màgicos colores, que encienden de nuevo de versos mis labios y los cantares alivian el corazón, en descuidadas estancias.

A ratos me olvido que existes, o pueden ser tal vez mis locas fantasìas, quienes creen verte, cuando de nuevo, en una blanca pared que no dice nada, me haces descubrir mis propios sueños.

Raquel Rueda Bohòrquez
Barranquilla, octubre 12/12

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