jueves, 27 de septiembre de 2012

FILOSOFÍA


FILOSOFÌA

Dicen que amor por el saber, que pensar, amar,
El ser profundo, el conocimiento de la verdad
Pero antes de investigar sobre ella quise saber
Quién tiene más conocimiento de la vida,
Si nosotros, o los animales…
Diferentes a nosotros, los que supuestamente
No tienen la inteligencia que nos fue dada.

Quedé aterrada al comprender que ellos nos ganan,
Si señor… ellos saben para qué son las mañanas
Qué tienen que hacer cada día para ser felices,
Mientras se entretienen tomando una fruta jugosa,
O van tejiendo como el mejor artesano, su pequeño nido.

Saben que no pueden criar en ciertas temporadas…
Que alguno de sus hijos débiles debe viajar,
Para que sus otros más fuertes, tengan una oportunidad,
Y cuándo es  hora del apareamiento… cuántas veces debe cubrir a la hembra…
Y lo hacen con tanto amor, que ningún humano los iguala.

Detallé a un inmenso cocodrilo cómo cuida sus pequeños huevos…
La hembra conoce, cada uno de los chillidos de sus hijos, y se afana
Los lleva resguardados dentro de su terrible boca, llena de dientes,
Y los protege dentro de los más tupidos ramajes,
Mientras vigila que nadie los toque.

Saben que cuando vienen las lluvias, habrá abundancia
Y así mismo se preparan, se acicalan, cantan… vuelan
Más felices que cualquier otro día, conocen de las primaveras,
Tienen cuenta de los otoños, y además, huelen el peligro
Mejor que cualquier ser humano.

Me di cuenta del motivo que tienen…
Está con ellos siempre, viene en un chip mágico y dejamos pasar
No queremos ver lo maravillosos que son…
Cuando están tristes y heridos te hablan con los ojos…
Sólo tienes que tener esa sensibilidad para escucharlos
Para comprender que te dicen “te amo”, cuando lamen tus manos
O cuando chillan pues te conocen, se arrodillan para que los veas.

Tengo un ave herida en mis manos… alguien la zafó de la boca de un gato…
Conoce mi voz, me chilla, me canta…
Y en sus ojos divinos llenos de amor, veo que alguien que me ama,
Está dentro de ese bello plumaje.

Cuánta sabiduría hay en un árbol gigante, que sabe que debe mudar sus hojas, pues vendrá un verano intenso y debe guardar el agua para conservar la vida…

¿Cómo sabe el colibrí, la abeja, la hormiga, el más mínimo ser vivo, por donde debe ir a buscar su alimento, y cómo debe cuidar día a día la manada, a sus pequeñas crías?

De sabios ellos, de brutos no digo quien… no seré yo…
Sólo pido un poco de amor por los que no tienen nuestra voz
Pero son los dueños del cielo, de los árboles, de las praderas
A ellos pertenece el planeta que estamos matando de a poco…

Son ellos los sabios que no saben pelear por sus flores, sus frutos, su espacio
Es el toro bravo llevado a la fuerza a la plaza, herido y humillado
Con su enorme fuerza ,derrotado por una daga sobre su lomo
Quien nos pide que volteemos el rostro hacia su dolor…

Yo no tengo sabiduría, soy una bestia igual al resto de bípedos que pasamos…
Pero admiro cada día más a mis compañeros de viaje…
Sus divinas alas, ese amor de los cisnes que es para siempre…
Las grullas con sus danzas mágicas que sólo saben amar
Las aves del paraíso, que se derrengan por el beso de su doncella
Con elaborados bailes que nos conmueven…

Me canso del filósofo, pues piensa  mucho y nada practica…
Pero me fascino con las aves, las joyas que Dios nos dejó en el planeta
Que son las verdaderas sabias en éste desierto tan lleno de orgullo
Donde la vanidad, está primero que la bondad, y el odio escupe al rostro
A esa palabra dulce que debería estar siempre en nuestros labios: Amor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 23/12


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