DESPEDIDA
Sobre éstos cerros me despedí de ti Patria mía
me dolió todo el dolor sembrado en mi poca estadía
sobre un hermoso roble que apenas iniciaba como yo
me levanté airoso y dije adiós.
Sentí que la vida era tan bella, pero que dolía tanto
que las rosas perfumadas fueron mi alegría
la voz de mi madre como una estrella matutina
mi padre como el aliento de un nuevo otoño a su lado...
y mi hermano ese pequeño niño que siempre corregía.
Mis alas se extendieron como queriendo robar unos segundos
desde aquí mi Jefe escuchó el ruido, la iniquidad y el odio
traspasó en un segundo el estero y me tomó de su mano,
aquí estoy... aún un poco angustiado por quienes quedaron
aún no han comprendido el mensaje de mi marcha aprisa.
Las ramas no pudieron cobijar nuevos sinsontes...
los nidos quedaron a medias, medio armados
y cada tejido se fué deshilachando de a poco
y cada suspiro en el camino olvidado.
Abro mis alas de nuevo, y llego a tu ventana una vez más
las veces que esté en tu pensamiento...
un ave pequeña cantará desde un árbol sin podar aún
y sabrás de mi amor eterno.
No llores, tus lágrimas me hacen sufrir...
si supieras de las maravillas que se pierden...
nadie contamina mi estancia, ni destruye las ramas de mi árbol
vuelo, nado y camino con la tranquilidad de las olas
y un acantilado de rocas me espera
sobre un nido de mariposas que mañana volarán de nuevo.
Debo marchar, mis aves me siguen, ellas saben de mi cantar
entre todos entonamos himnos al amor y nos abrazamos,
aquí los celos y la envidia no existen, ellos son la causa del mal
la ambición del hombre lo lleva a su exterminio...
sabrán de lo que les hablo cuando deban cerrar puertas y ventanas
y un cirio se encienda a María, que será quien marchará aprisa
a salvar el planeta de la guerra que se avecina.
Estaré aquí, relajao como siempre en espera de todos
mis seres amados que me prestó mi Pastor
que hoy deben permanecer un poco más...
no será tan extenso el camino, cuando aquí aguarda la eternidad.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 28/12
Sobre éstos cerros me despedí de ti Patria mía
me dolió todo el dolor sembrado en mi poca estadía
sobre un hermoso roble que apenas iniciaba como yo
me levanté airoso y dije adiós.
Sentí que la vida era tan bella, pero que dolía tanto
que las rosas perfumadas fueron mi alegría
la voz de mi madre como una estrella matutina
mi padre como el aliento de un nuevo otoño a su lado...
y mi hermano ese pequeño niño que siempre corregía.
Mis alas se extendieron como queriendo robar unos segundos
desde aquí mi Jefe escuchó el ruido, la iniquidad y el odio
traspasó en un segundo el estero y me tomó de su mano,
aquí estoy... aún un poco angustiado por quienes quedaron
aún no han comprendido el mensaje de mi marcha aprisa.
Las ramas no pudieron cobijar nuevos sinsontes...
los nidos quedaron a medias, medio armados
y cada tejido se fué deshilachando de a poco
y cada suspiro en el camino olvidado.
Abro mis alas de nuevo, y llego a tu ventana una vez más
las veces que esté en tu pensamiento...
un ave pequeña cantará desde un árbol sin podar aún
y sabrás de mi amor eterno.
No llores, tus lágrimas me hacen sufrir...
si supieras de las maravillas que se pierden...
nadie contamina mi estancia, ni destruye las ramas de mi árbol
vuelo, nado y camino con la tranquilidad de las olas
y un acantilado de rocas me espera
sobre un nido de mariposas que mañana volarán de nuevo.
Debo marchar, mis aves me siguen, ellas saben de mi cantar
entre todos entonamos himnos al amor y nos abrazamos,
aquí los celos y la envidia no existen, ellos son la causa del mal
la ambición del hombre lo lleva a su exterminio...
sabrán de lo que les hablo cuando deban cerrar puertas y ventanas
y un cirio se encienda a María, que será quien marchará aprisa
a salvar el planeta de la guerra que se avecina.
Estaré aquí, relajao como siempre en espera de todos
mis seres amados que me prestó mi Pastor
que hoy deben permanecer un poco más...
no será tan extenso el camino, cuando aquí aguarda la eternidad.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 28/12
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