CONFUNDIDA EN TI
Quiero confundirme con las cascadas
el musgo fresco con olor a tierra
las orquídeas que se aferran de las rocas
las bella de noche que florecen sólo en la oscuridad.
Quiero tallarme en tu cintura altanera
besar sin prisas y vivir de tus labios
acariciar sin miedos ni temores,
saber que eres una fuente de caricias
y el descanso del agotado roble de mis brazos.
Me gustaría el sabor del agraz sobre tu pecho
los ácidos del limón entre cristales mecidos
tus piernas como las enredaderas vírgenes
en búsqueda de la fuente que te anhela.
Apacible tiempo percibo...
si ayer dejamos pasar todas las gaviotas sin verlas
las mariposas del camino te distrajeron
más hoy, qué propicio es el reloj que marca las horas
que dibuja nuestros cansados pasos de la mano.
Una sonrisa espontánea sin remilgos
el brillo de tus ojos en los míos,
ese azul que penetra verdores y los mezcla;
la espuma pasajera de la vida se divisa
sobre corrientes que bajan del cielo.
Atrévete... ya estoy bajando la guardia...
he aceptado los designios de la vida
un perdón me ha conmovido al divisar una sonrisa
una ropa nueva con la fragancia del deseo espera
sobre cualquier sitio donde apetezcas quitar mi vestido.
Danza que aún es temprano...
puedo navegar como potro al viento
descubrir en los ocasos el fuego del sol que parece que muriera
cuando en verdad sólo marcha a iluminar otros senderos.
Ya cae la tarde y la noche es un anuncio
la luna se enciende de pasión y es rojo fuego
la corriente parece que buscara mi piel y te persigo
la sombra pasa sobre tu alcoba y toca a tu puerta
abres y me pierdo entre las estrellas de la noche
y un espejo se burla de mí...
mientras sonrío con el rostro encendido
y un perfume se riega acariciando mi piel.
El reloj marca las tres...
tu espalda diviso, roncas como buey en la pradera
rozo al descuido mis manos sobre tus planchetas nalgas
un movimiento atizó el fuego...
algo sonó en la oscuridad... de nuevo corro...
abro mi puerta aprisa penetrando a mi fría alcoba de nuevo
miro a la sombra en mi espejo...
sólo saco la lengua, le anuncio que me bañaré con agua fría
y regreso, aún más perfumada,
busco mi nido de calandria y me amo tanto...
que me desvanezco... advierto la luz penetrando en mi ventana
amaneció y el mirlo cantó de nuevo..
¡Es un nuevo día!... aún suspiro...
y siento la placidez de amarme tanto.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 27/12
Quiero confundirme con las cascadas
el musgo fresco con olor a tierra
las orquídeas que se aferran de las rocas
las bella de noche que florecen sólo en la oscuridad.
Quiero tallarme en tu cintura altanera
besar sin prisas y vivir de tus labios
acariciar sin miedos ni temores,
saber que eres una fuente de caricias
y el descanso del agotado roble de mis brazos.
Me gustaría el sabor del agraz sobre tu pecho
los ácidos del limón entre cristales mecidos
tus piernas como las enredaderas vírgenes
en búsqueda de la fuente que te anhela.
Apacible tiempo percibo...
si ayer dejamos pasar todas las gaviotas sin verlas
las mariposas del camino te distrajeron
más hoy, qué propicio es el reloj que marca las horas
que dibuja nuestros cansados pasos de la mano.
Una sonrisa espontánea sin remilgos
el brillo de tus ojos en los míos,
ese azul que penetra verdores y los mezcla;
la espuma pasajera de la vida se divisa
sobre corrientes que bajan del cielo.
Atrévete... ya estoy bajando la guardia...
he aceptado los designios de la vida
un perdón me ha conmovido al divisar una sonrisa
una ropa nueva con la fragancia del deseo espera
sobre cualquier sitio donde apetezcas quitar mi vestido.
Danza que aún es temprano...
puedo navegar como potro al viento
descubrir en los ocasos el fuego del sol que parece que muriera
cuando en verdad sólo marcha a iluminar otros senderos.
Ya cae la tarde y la noche es un anuncio
la luna se enciende de pasión y es rojo fuego
la corriente parece que buscara mi piel y te persigo
la sombra pasa sobre tu alcoba y toca a tu puerta
abres y me pierdo entre las estrellas de la noche
y un espejo se burla de mí...
mientras sonrío con el rostro encendido
y un perfume se riega acariciando mi piel.
El reloj marca las tres...
tu espalda diviso, roncas como buey en la pradera
rozo al descuido mis manos sobre tus planchetas nalgas
un movimiento atizó el fuego...
algo sonó en la oscuridad... de nuevo corro...
abro mi puerta aprisa penetrando a mi fría alcoba de nuevo
miro a la sombra en mi espejo...
sólo saco la lengua, le anuncio que me bañaré con agua fría
y regreso, aún más perfumada,
busco mi nido de calandria y me amo tanto...
que me desvanezco... advierto la luz penetrando en mi ventana
amaneció y el mirlo cantó de nuevo..
¡Es un nuevo día!... aún suspiro...
y siento la placidez de amarme tanto.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 27/12
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