Aquí estoy sobre éste jardín donado por un Jefe invisible, el que no tiene palabras fuertes para mí...
Cada día me deleito con la brisa que llega desde los morichales, cada segundo los robles, los encinos, el pequeño árbol que aún no crece.
Me perfuman las rosas del camino y los cardos me entregan sus mejores flores, mientras mis cantos entrego como una oración diaria.
Soy feliz, mi ropaje hermoso cambia por temporadas, la lluvia fría limpia mi traje de seda y soy un pasajero que sólo adorna, la existencia de otros sin pedir más.
Déjame cantar y construir un nuevo nido, mientras me arrodillo y recibo tus mieles y mi pecho se ensancha y vuelo encantado del sol y de esa flor nueva que adorna mi jardín.
Allá a lo lejos vislumbro un ángel, hoy habrá una oración por él y por una anciana que hoy parece una princesa, llena de vida y de encanto... tal vez en un momento decida trinar para ellos, hoy como ayer llueve y es la lluvia el mejor regalo para la vida, mañana veré florecer el campo y reverdecer las praderas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 20/12
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