jueves, 17 de mayo de 2012

MI MADRE Y LA LUNA

MI MADRE Y LA LUNA 


Es una tristeza vagabunda…
El atoro en mi garganta que no cesa
Las preguntas del por qué que nadie responde
Con ese vacío que dejan las sombras
Y las huellas que cuelgan en paredes blancas.

Parece que tu voz ya fue olvidada.
No se copiaron los versos de tu alma…
Sólo recuerdo tu dulce mirada
Tus blancos hilos de seda,
Reposados en tu almohada.

Pasitos de niña triste aferrada a la existencia...
¡Cuánto amaste!, ¡cuánto entregaste!…
Tus manos levantadas en espera de un ramo de violetas
¿Cuántas recogiste madre mía?…

Y nosotros aquí, en espera del mismo viaje.
No sabemos aún si al menos una flor caída
Llevaremos para ese día del reencuentro.

Amanece, pero no es igual…
Los atardeceres no son tan luminosos,
Y en la noche… ¡ahí si pareciera que estuvieras!
Pero marchas al rato… con la luz de la alborada…

No será nada igual sin ti…
Marchó lo que más amaba,
Mi amiga dulce y querida que peleaba conmigo
Y que al rato, con una dulce mirada me contentaba.

¡Qué corta nos parece la existencia!
Aún con los dolores nos aferramos a ella.

Divinos soles cambiantes de mañana,
Abrigadores y silentes en las tardes,
Y en el anochecer, desplazados por la novia solitaria
Que envía un suave rayo de luz a mi ventana.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 17/12

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