sábado, 26 de mayo de 2012

MI MADRE, UNA JOYA





MI MADRE, UNA JOYA.

Mi madre hermosa me enseñó ésta bella canción, siempre de sus labios las mejores palabras, siempre de su corazón los más bellos pensamientos, siempre de su gran ejemplo las rosas más frescas de su interior para todos. 

Mi divina reina me enseñó que no me llenara de cosas, que viviera los segundos sin tanto afán, que aunque el mundo estuviera sobre mí siempre la providencia llegaba y nos regalaba lo que deseábamos, sin necesidad de quitarle a nadie nada, sin luchar como bueyes para conseguir las cosas, pero también que nunca estuviera ociosa, que aunque no ganara nada, el mejor trabajo es aquél en el que entregamos a los demás parte de nuestra existencia sin esperar pago por ello.

Mi princesa linda siempre me alentó a continuar, a que luchara, pero también me enseñó a que debía tener dignidad, a que no dejara que nadie pisoteara mis sueños, que me levantara después de cada caída que ahí estaban esas manos transparentes que me levantarían y renovarían mi ánimo.

Mi amada diosa siempre me decía que lo mejor de la vida estaba cuando levantaba la mirada al sol, que era ahí en donde encontraría todos mis sueños, y que la luna en silencio me mostraría aún en la oscuridad el camino a seguir, con el sombrero bien puesto para que sus rayos no dañaran mi cerebro.

Mi joya preciosa siempre me invitó a caminar con ella, aunque debería ser yo quien lo hiciera, cada paso andado a su lado fue lo más maravilloso que me ha podido suceder, y cada bocado de su boca lo más rico que he probado.

Mi mamita bella, siempre me decía que debíamos tener caridad con los demás, pero que debíamos empezar por nosotros mismos, que no nos azotáramos tan fuerte que quebráramos nuestro espinazo, y que deberíamos antes de amar a los demás, amarnos a nosotros mismos pues ahí en cada uno de nosotros estaba Dios y él nos pediría cuentas de lo que hiciéramos con el regalo que él nos había dado: nuestra vida.

Mi madre ha sido la mejor persona que ha pasado por mi vida, ella un tesoro invaluable, ella una gota cristalina sobre el pétalo de una flor, mi madre siempre viva, templanza en los momentos difíciles, roca fuerte con el rosario en la mano, quebrada sólo en instantes y fuerte cuando alzaba la mirada.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 26/12

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