viernes, 13 de abril de 2012

MI MARINERO Y YO



MI MARINERO Y YO

¿Qué recuerdo?... a ese marinero tostado por el sol
Su boca mueca de tantos golpes de la vida…
Tanto estrellarse con su barquita de papel
Y yo aquí… esperando que recoja cocos…que traiga dátiles
Que trabaje para su divina mujer…

Hoy lo vi muy abatido, fue a darse golpes de pecho en la iglesia
Estaba ardido con el mundo… se había enterado que el 70% de la humanidad es pobre
Mientras el otro 30% absorbe todo, lo desperdicia, lo lanza al fuego
Los vicios, la vanidad, el consumismo…

Estaba como un político bueno recién llegado a un pueblo
Los campesinos lo rodean, brindan sus mejores platos…
Escuchan sus promesas en época de elecciones y después…
Los grandes “dotores”… olvidan que por ellos están allá
Que gracias a sus ingenuos votos… han perdido sus parcelas
Que sus caminos sembrados de minas les han robado hasta sus vidas.

Nunca lo había visto tan triste… es que él también a pesar de parecer una roca
Tiene sentimientos…
Me trajo un lorito muy hermoso… un ramo de violetas que dejó sobre mi mesa
Aquí en la cocina son pocas las flores que recibo;
Son muchas las bellezas que vuelvo trizas con mi afilado cuchillo
Mucha vida que devoramos a diario sin preguntarnos nada…
Nuestra hambre es tanta… que abusamos, siempre queremos la mejor pesca
Los mejores peces sobre nuestra mesa, aunque no merezcamos ni sus espinas.

Hoy celebramos a un Dios vivo, siempre confundo, Jesús, Dios, y creo que son uno solo
Y estoy segura que lo crucificamos a diario, eso no cambiará, tendría que el mundo ponerse patas arriba…

Todos los cocos que están arriba tienen que caer… pronto…
El mundo ha de cambiar, las personas tienen que responder a un cambio de actitud… yo no me incluyo ahí…
Estoy metida hasta el cuello… pero aún así… hay algo en nuestro interior que nos obliga a mirar
Yo estoy aquí en proa… aún no me aprendo las partes de mi barca, o en popa, o sobre esa escalera altísima
Desde dónde puedo ver mucho más allá que las águilas…

He visto esa mirada de mi marinero perdida allá… en ese espacio insondable
En esa mente suya libre y altanera… y tímidamente me acerqué…
Lo tomé con cuidado con mi garfio… le arañé sus intimidades provocando una sonrisa de placer…
¡Qué importa le dije!... vamos a disfrutar la alegría de estar aquí los dos hoy…

¡Mira esa estrella que veloz surca el cielo! ¡Pide un sueño!
Y él… mi adorable marinero; me vio a los ojos… nunca lo había hecho…
Y en silencio; sólo con el canto de las olas sobre las rocas
Con la fuerza de un ardor contenido y un amor ambicioso…

Me dijo: pido a Dios, para que éstos segundos sean eternos
Y me abrazó en silencio… largo rato… hasta que nos recostamos por ahí…
Y se escuchaban los besos de las olas sobre las inmensas rocas,
Parecía  que las caracolas hablaran y el silencio no existiera.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 8/12

No hay comentarios:

Publicar un comentario