Siempre la vida, mi mago transforma la tristeza en alegría, el toque de sus manos es gentil como el vuelo de una mariposa y nos invita a danzar, a sonreír, a llorar para depurar el alma.
Aquí sobre las rosas de mi jardín imaginado, con los lirios del campo donde los colibríes besan y roban los perfumes, y viajan veloces y construyen sus pequeños nidos y sus agudos cantos muestran la felicidad de su existencia.
Danzaremos siempre en tiempo de frío o de calor, nuestra mirada elevada; sin bajar el rostro ante los hombres; sólo ante el creador de lo que existe, pues todos somos pasto para abonar sus terrenos, pero nuestra alma nunca morirá y éste es el premio que nos permite aumentar nuestra fe en un mañana prometedor y lleno de luz.
Hoy danzaré por la voluntad de Dios, entonaré cánticos y escucharé cada voz en el camino, y recibiré el aliento que me envías a través de muchos que aún sin conocerme están ahí y otros que aún estando aquí viven ausentes, les diré que se perdieron de un mágico vals donde mi parejo eras tú.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 24/12
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