viernes, 16 de marzo de 2012

A MI BEBÉ...

Él es sólo un conejito...
un precioso peluche que alguien me regaló
y en sus pequeños luceros negros
un hermoso corazón me entregó.

Ya no existe... sólo está  su recuerdo
entre los prados que habitan en mi mente
y una sensación de vacío, 
al saber que marchó mi copito de algodón.

Se fueron... la pereza de amar rompió el encanto
las sucias y anegadas aguas y el abandono
dañaron tan preciosos regalos del cielo
que marcharon... sin un adiós.

¿Pero acaso importa?
Fue sólo un pequeño peluche animado
una tierna piel de seda el que marchó…
sólo un animal que sin alma pareciera
pues no mereció siquiera una fresca flor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, marzo 15/12


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