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EL COLMENAR
Le apuesto a la vida…
A la miel, a los árboles que la guardan como tesoros
Al zumbido de la abeja que poliniza
Que sólo entrega…
Le doy a que siempre irán por la vida felices
Apostaré a que sin importar su esfuerzo
Siempre buscarán ese norte que las anima…
Posadas alegres sobre las margaritas del camino
Y allí… con su apresurado vaivén
Sus tiernas alas no las quebrará el huracán violento
Y seguirán raudas su vuelo en búsqueda de otra alameda.
Le voy a que siempre buscarán su norte…
Esa guía llamada reina por quien entregan su vida
Esa maravillosa madre que las donó a la vida sin pedir nada,
Sólo brillar, sólo zumbar y nutrir inundando de flores el campo
Sin más descanso que llegar allí, sencillas y tiernas
A cobijar, alimentando zánganos que vivirán de ellas…
Apostaré que llenan de néctares a esa madre buena
Que únicamente nació para dar vida…
Que batirán sus alas para refrescarla
Que zumbarán siempre a su oído diciendo: ¡te amo! …¡te amo!
Apostaré a que se levantan antes del alba
Que se besarán entre ellas indicando un sendero
Que hablarán con amor de hermanas…
Pues son ellas, las diosas del colmenar
Las hembras bellas que nacieron para amar
Para entregar siempre vida a éste huerto llamado planeta.
Y el último número se lo daré a los zánganos
Diré que siempre se nutrirán de ellas…
Pero también, servirán para donar esa semilla guardada
Y que con el ardiente sol en su último intento…
También entregarán su vida para perpetuarlas
En un aliento que les fue dado por la naturaleza
Y en un ejemplo de vida para copiarles.
¡Creo que me gané el mayor…!
Aquí está sobre mi mesa
Ese almíbar dorado que humedece mis labios
Y que se perderá en un instante…
Entre la humedad de mi lengua
Y esa boca tuya con la que sueño.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 7/12
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