viernes, 25 de noviembre de 2011

JARDÍN DE AMAPOLAS (18)

 ..
JARDÍN DE AMAPOLAS (18)

Qué rojos y nutridos se encuentran los jardines, mientras  en mi estancia,  los silencios son mi razón, y la soledad es amiga de continuo, sin reparar en otra cosa que en pensamientos alentadores, que con la brisa  de la mañana me alientan sobre un reseco arenal, que a pesar de todo, está florido.

Creo que ya recorrí muchos espacios, he hablado de todo y de nada, descubrí que cuando crees estar más acompañada, estás más sola, y que los amigos se alejan con las brisas del camino, muchos te abandonan indolentes, te voltean el rostro y te hacen caer una y mil veces, y confiada la paloma, renuncias a los sueños y se abandonas.

 Eres blanca amapola en el camino, a la voluntad del azar, sientes que tus luchas no tienen valor, que cuando te levantas de nuevo, tropiezas  y caes, y nadie intenta siquiera darte una mano, aunque ellas hayan quedado atrapadas en los cardos más espinosos.

¡Qué nutridas amapolas!,  a pesar del desangre de sus almas, muestran la divinidad de su presencia, y su corazón pintado de tristezas, trata de elevar el rostro al sol, siempre agradecida sin creer en nadie, sin confiar que mañana alguien  la arrancará y la pisoteará, más ella radiante y preciosa, nutre tus ojos con el encanto de sus primaveras efímeras y sueña tal vez que su mañana será más alentador.

Suelo pasar muy triste, no entiendo mis razones, o las razones no me entienden, suelo creer que la soledad es mi mejor amiga, que aunque Tato casi se va por el camino viejo, aún está aquí y nadie lo sabía, que su corazón está quebrado y que sus poemas son quienes lo mantienen a flote, con sus ilusiones de un día prometedor, donde su mirada esté brillante y su  tristeza se convierta en un cálido abrazo regado por  lágrimas de quienes en verdad lo aman y reconocen el valor de sus palabras.

Le huyo a la soledad, pero estoy contigo Cortázar, con tu música, que suele ser mi amiga, ella calma la ansiedad de eternos días donde mis ojos miran un horizonte hostil y no llegan las palabras amigas, cada quien en sus cosas, sin importar que gracias a las piedras puestas en el camino, alguien está en constante  zozobra sin saber qué hacer, ni qué pensar de su futuro, aunque él no existe, ni el mañana, ni el ayer, ni el hoy...  las sombras van y vienen con las nubes, y se transforman con los vientos del camino según su conveniencia. El  sino de la muerte no escoge si estás joven o viejo, triste o alegre, si deseas viajar o quieres quedarte un rato más, viendo a las amapolas que se mecen con la suavidad de una caricia de amor al viento pasar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 24/11



No hay comentarios:

Publicar un comentario