martes, 29 de noviembre de 2011

ALGUNAS VECES (2)

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ALGUNAS VECES (2)

Algunas veces nos sentamos en nuestras comodidades a ver el mundo, nos olvidamos de quien vive a nuestro lado, de sus soledades, sus sentimientos;
del abandono al que ha sido sometido, de sus brazos caídos tal vez por nuestra culpa.

Algunas veces tenemos la oportunidad, sólo algunas veces, de ayudar a quien ha caído y Dios nos planta en su camino, es una prueba de nuestro amor hacia el prójimo y simplemente la sentimos como un estorbo  y lanzamos fuera, pensamos que es una piedra mal parqueada que tal vez nos ocasione más de un problema.

Algunas veces ultrajamos a quien nos ayuda, a quien se levanta de mañana y con su fuerza hace nuestro trabajo, limpia, lava nuestro mugre y además tiene el coraje de brindar una limonada bien fría, o nos observa con aquélla mirada indescifrable de queja que pocas veces detallamos...

Algunas veces... ¡son tan pocas!... que realmente ni cuenta nos damos, que solemos llorar por un amigo, pero en último momento, cuando  sus ojos son lámparas vencidas tocando un horizonte que creía lejano.

Algunas veces… ¡realmente son tan pocas que casi las olvidamos!… nos damos cuenta de la razón de nuestra existencia, del motivo por el que desnudos y descalzos, llegamos a un paraíso que tantas veces nos es ajeno, y olvidamos nuestra niñez y el sacrificio de nuestros padres para levantarnos y quitar el polvo de nuestro rostro.

Algunas veces… ¡realmente son tan pocas!, que nos calzamos los zapatos ajenos, sentimos el dolor de alguien cuando nuestra burla es más grande que la capacidad de sentir la humillación y la tristeza que causamos, reímos de sus raídos trajes y nuestro closet está repleto de tantos, que ni siquiera usamos…

Sólo algunas veces, recordamos las miradas de los ancianos y les permitimos hablar con su voz bajita, sólo hasta que deseemos interrumpirlos y que su sapiencia fastidiosa, nos parece un son de campana cuando desean corregir o enseñarnos lo que ellos al transcurrir del tiempo, han logrado acuñar en sabiduría.

Sólo pocas veces ya cansados a la vera del camino, reconocemos nuestra misión en la tierra, después de haber recorrido tantos desiertos, tantas hondonadas y senderos que jamás nos llevaron a ningún sitio, sino al mismo de 2x1, es que nos damos cuenta que llegamos tan descalzos y desnudos al mundo, que todo lo que hayamos acumulado no sirve para nada, ni en conocimiento, ni en tesoros, que sólo llegamos a sembrar y a entregar, y que nuestras manos al viento marcharán con la misma desnudez con que llegaron, nuestros pies no necesitan calzado y nuestros huesos no necesitan ropaje.

Sólo pocas veces descubrimos nuestra misión, aún no he descubierto la mía, sólo pregunto: ¿ cuál es la tuya?, que no terminemos nuestra vida haciéndonos preguntas, cuando las respuestas están ahí, en esos ojos de mirar inconfundible que algunas veces vuelan, otras caminan, otras, simplemente te observan en el silencio de sus angustias pasajeras…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 29/11

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