martes, 11 de octubre de 2011

MANDARÍN CERCADA...



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Aún sin comprender sus razones,
ahí estaban, fuertes, arrogantes
el sonido de la muerte me abrumaba
¡corre!, ¡escóndete!, pero no vueles...
que no te escuche el corazón
la enramada te protejerá
cierra los ojos y espera...

Allí está de nuevo con su gran fusil
tiene hambre de amor y necesita tu sangre;
soy tan pequeña, tan poca cosa para ellos
no llores... no píes... silénciate...
escucharán hasta tu alma gemir
más a nadie importas...

Déjalo adornar mi lago con aves falsas
sus llamados son mentirosos
sólo engañan...
mi hogar se tiñe de púrpura
más ellos están indolentes
parecieran duras rocas;
su corazón no debió estar en ellos
las hienas mejor lo utilizarían.

¡Mi Dios! ven pronto... sálvame
aplaca su soberbia, que su maldad termine
ven en nuestro auxilio, ni nuestras alas nos defienden
tiritamos en la oscuridad,
mientras mis hijos y mi estirpe llora en silencio
sus vuelos abatidos y en la penumbra
sus alientos perdidos, un vuelo de gaviota,
una rauda mirada se pierde en la blanca aurora.


Nos muestran orgullosos como su festín
sólo somos un trofeo,
su cinismo es ilimitado, graban sus acciones
mientras tu obra desaparece,
nadie los parará... sólo tú
con un solo soplo de tu boca
y un suspiro de tus alas.

Raquel
Barranquilla, octubre 11/11





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