jueves, 27 de octubre de 2011

EL DON DE LA VIDA (8)



EL DON DE LA VIDA (8)


Cuando vi por primera vez a Nick , me sobresalté y me dije que era realmente una persona desagradecida con la vida, siempre quejándome por lo que pudo ser y no ha sido. Tengo una familia, hijos hermosos con sus defectos y cualidades, pero completos, /me refiero a sus órganos, piernas brazos, ojos, todo en el sitio donde creo que deben estar; pero tantas veces tan mal utilizados, desperdiciados en una cama, dormidos como si estuvieran muertos.

Cuando vi sus ojos claros y limpios, comprendí que muchas veces caminamos sin ver lo andado, sin divisar la mínima belleza que está ante nosotros; las plantas, las aves, una mariposa posada sobre una flor, la candidez de una hormiga que corre tan aprisa que casi no la vemos y que lleva sobre su diminuto lomo una carga tan gigante y pesada, pero aún lucha, la recoge, renueva sus fuerzas con ayuda de sus compañeras de viaje y continúa feliz.

Qué desperdicio suele ser a veces nuestro tiempo, llorando, gimiendo, chillando, cuando en esos momentos deberíamos estar orando, agradeciendo, mirando complacidos el sol saliendo tibio y manso desde aquélla lejanía, y admirarnos al ver a los astros sostenidos, en una inmensidad que nos acobarda y nos hace sentir mínimos, casi como hojas mecidas por una voluntad extraña a nosotros.

Caminamos sin mirar, sin contemplar, sin escuchar, sin sentir, pasamos por el lado de alguien y nunca reparamos en sus ojos; ¡es tan bello mirar a los ojos!, sentir que alguien nos ve, descubrir que somos valiosos para alguien más, sin importar que no sea de tu misma familia, muchas veces quienes te valoran no están a tu lado, sino que hay distancias tan enormes que te parece increíble que una persona a quien no conoces, te pueda decir que te ama, que lo que haces realmente vale la pena  y te renueva como un olivo, como sus brotes que aún  sin conocerlos han de ser preciosos. 

¡Qué bello es empezar a sentir la vida!, a conmovernos como un niño por todo; ahora pareciera que hasta los niños han perdido esa candidez de algunos años cuando un simple pedazo de madera y unas latas de gaseosa pudieran armar todo un sueño que se resbalaba con tanta felicidad por cualquier esquina; hoy todo es tan inventado y tan mágico que parece irreal.

Qué bello es el asombro diario ante todo, especialmente ante el don de la vida, que es magia, fantasía, realmente no podemos descifrarlo y siempre nos seguiremos haciendo preguntas, si es más importante tener un cuerpo de guitarra, pues a veces amamos más nuestro cuerpo que a nosotros mismos y la vanidad está primero que todo, nos sentimos vacíos por dentro, tristes, apáticos al mundo que nos rodea, al cántico de las aves y al olor de las primaveras. Una sola gota de agua sobre una hoja, es de por sí un encanto, ver dibujados nuestros ojos en ella y sentir cómo resbala sobre nuestra piel, o sobre el tejado como un gran arroyo que se desboca, corre y se convierte en uno solo con el mar.

No entiendo cómo el ser humano puede festejar la muerte de alguien, y saben a quien me refiero, mostrar su cadáver y su sangre, inventar tantas historias  al mundo y ocultar las realidades, vivir empeñados en derrumbar pedestales para fomentar el odio y colocar coronas donde realmente no hay nada. La búsqueda termina donde unas grandes torres se levantan y sacan la sangre de las entrañas de la tierra, sus fines son malévolos y todos lo sabemos, pero se riegan las supuestas verdades y todos las vemos por el aire;  sus voces son de sangre y falsedad con ruidos atronadores.

Hoy quiero invitar a sentir, a ver, a palpar, a elogiar, a entregar lo mejor de nosotros, pues nuestra vida es sólo un momento, como el volar de una mariposa sobre un trigal, y ella  que es tan bella y  feliz, también nos da un gran ejemplo; prisionera por tanto tiempo, ¡su corta vida es tan preciosa! Detalla como vuela siempre alegre, aunque sus alas estén quebradas, la verás volar sobre las flores con tal felicidad, que su muerte no la siente, pues como un suspiro cae lánguida y es muchas veces pisoteada en el camino, sin nadie reparar en el encanto de su efímera y mágica existencia.

Raquel Rueeda Bohórquez 
21 10 11 




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