CAMINANTES (9)
Como un caminante sigo el sendero...
descubro mi fin, el tuyo no es ajeno.
Una corriente clara diviso
mientras el horizonte dorado espera.
No hay impaciencia mientras el cielo esté ahí,
la atmósfera limpia y clara
donde podría escribir mis amores en sus cristales
junto al cántico de jilgueros repetidos
en un interminable azul, /el de tus ojos,
o en las rocas que anuncian cuentos pasados
sobre las mismas olas y los mismos abrazos del sol.
Allí al fondo apareces de nuevo...
Eres una gran promesa entregando resplandor divino.
Eres el ojo mágico llenando de vida mis silencios,
cumpliendo tus ofrendas desde tus instantes
como una gran festejo de oro
donde mi alma penetra con cadencia,
y mueren los sentimientos en espera de los tuyos
sobre corales límpidos, que se arrullan con las caracolas,
nutridas por labios pasajeros que buscan aliento
recorriendo senderos insospechados,
en búsqueda de lo mismo que todos:
el amor verdadero.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 21/11
CAMINANTES (9)
Como un caminante sigo el sendero...
descubro mi fin, el tuyo no es ajeno.
Una corriente clara diviso
mientras el horizonte dorado espera.
No hay impaciencia mientras el cielo esté ahí,
la atmósfera limpia y clara
donde podría escribir mis amores en sus cristales
junto al cántico de jilgueros repetidos
en un interminable azul, /el de tus ojos,
o en las rocas que anuncian cuentos pasados
sobre las mismas olas y los mismos abrazos del sol.
Allí al fondo apareces de nuevo...
Eres una gran promesa entregando resplandor divino.
Eres el ojo mágico llenando de vida mis silencios,
cumpliendo tus ofrendas desde tus instantes
como una gran festejo de oro
donde mi alma penetra con cadencia,
y mueren los sentimientos en espera de los tuyos
sobre corales límpidos, que se arrullan con las caracolas,
nutridas por labios pasajeros que buscan aliento
recorriendo senderos insospechados,
en búsqueda de lo mismo que todos:
el amor verdadero.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 21/11
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