miércoles, 21 de septiembre de 2011

EL BÚHO (37)


Ella estaba ahí solitaria 
sobre la gran montaña
el verdor  era envidiable, 
se escuchaba el canto del  sinsonte y el toche,
arrendajos y azulejos anidaban tranquilos
mientras las ranas en alboroto se invitaban.

No había huracán, vendaval, 
o fuerza  que la moviera de ahí,
su rostro  siempre serio, gris,
era la firmeza que muchos anhelaban.

Anidaban los cóndores que en veloz vuelo 
sabían que allí estarían seguros 
y que sus crías nunca intentarían volar,
 pues el vacío las esperaba, 
tendrían que esperar a sus maestros 
y hasta el  momento en que sus alas extendidas,
 abarcaran el esplendor de la piedra donde se posaban.

Un gigante roble que vivió allí por muchos 
años se había secado. 
Conoció muchas historias antes de partir, 
y la gran roca siempre fue su incondicional apoyo, 
pues casi tenían la misma altura, 
pero llegó el momento, en que cansado, 
tuvo que marchar.

 Quedaron  sus ramas resecas 
ellas sirvieron de hogar a muchos 
que formaron sus hogares con cánticos 
y respiraban los perfumes 
que venían desde las grandes montañas.

Un gran depredador de ojos de fuego, 
 anidaba sobre su falda, 
era una hiena de dos patas que caminaba como hombre 
pero su corazón era de roca filosa.

En las noches se  escondía, 
tenía piernas y ojos de panera, 
era caviloso, nadie lo veía.

Las aves componían madrigales al amor
mientras los chicos y sus madres 
se admiraban de su belleza 
y se sentían seguros correteando por el lugar.

Bicicletas, balones, 
serpentinas de colores volaban por el aire 
y la algarabía de los chicos 
parecían una bandada de golondrinas al atardecer.

Simplemente me senté ahí,
más un frío recorrió de pronto por mis brazos,
aquéllo inexplicable sacude tu cuerpo
y el hielo se estaciona en tu espalda.

Simplemente miré alrededor con cierto temor,
 casi estaba solitaria…

Un joven me observaba en silencio 
ajustando sus manos sobre su gabardina
con los ojos de un extraño mirar, casi ido… 
y con una leve sonrisa se atrevió a conversar.

"Ahí  oculto en esa piedra, 
Garavito violó y asesinó a un niño, 
era conocido de todos nosotros,   
su cuerpo fue encontrado en la grieta de ésta enorme piedra 
que era donde él se escondía, 
violó y asesinó a  muchos niños.

El paseo se quebró, 
la enorme piedra se quebrantó
 en el silencio mortal, mientras gritos ahogados 
salían como suspiros fuertes por entre las grietas 
cual tristes lamentos… 

Sus  cánticos y  algarabía 
habían quedado congelados en el tiempo...  
Se escuchaba  el llanto triste de un búho 
que se posó liviano sobre una reseca  rama,
su dominio y su hogar.

Sus dorados ojos observaban, 
una luna dorada en cada uno de ellos
brillaba en la tarde que lentamente se arropaba de nieve.

Con leves movimientos sacudía la cabeza 
y se lanzaba, con la seguridad 
de que entre sus garras afiladas
estaba lo anhelado
para calmar el hambre de sus crías.

Si algo estaba mal, 
emitía un llanto agudo que calaba los huesos 
y presagiaba lo que no podía gritar
con esas voces de hombres
que iban y venían a su alrededor. 

Esa noche gimió largamente,
 sus ojos se movían con inquietud, no tenía hambre
sólo observaba atento a los ruidos de la noche.

Esos gemidos lo inquietaban  y  asustaban… 
Esa noche nadie lo espantó ni lanzó dardos,
pues los ignorantes decían que era ave de mal agüero, 
pero él era sólo un vigilante nocturno 
que estaba dando una alarma,  
pero aquélla noche, 
nadie lo escuchó...

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, septiembre 14/11



Fuente: INTERNET.
Luis Alfredo Garavito Cubillos (GénovaQuindíoColombia25 de enero de 1957) es uno de los asesinos en serie más prolíficos de Colombia. Es el mayor de siete hermanos y utilizó a manera de defensa propia y para parecer víctima el testimonio de que en su infancia vivió la falta de afecto y el maltrato físico por parte de su padre. Según su testimonio fue víctima de abuso sexual.
Relató que tenía como profesión vendedor ambulante y vivía de eso. Estudió hasta quinto de primaria en el Instituto Agrícola en el corregimiento de Ceilán, cerca a Tuluá (Valle). Su cédula fue expedida en Trujillo (Valle).
Según la Fiscalía General de la Nación y varios organismos judiciales internacionales se determinó que Luis Alfredo Garavito es el segundo homicida en serie del mundo.2 3

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