UNA ROSA (290)
Alguien plantó una rosa en mi corazón,
su color es encendido
rojo púrpura, se llama felicidad.
En mi asombro veo otros paisajes,
las rosas de verano existen
son mojadas con el rocío
que deja a su paso el sol.
La soledad huyó en la mañana,
se ocultó en cerros que miran a tus ojos,
la alegría ha retornado a mi alma,
mi estancia se ilumina, sólo hay música,
las melodías llenan mi solitario espacio,
las danzas agitan mi cuerpo con temblores nuevos.
El corazón palpita, miles de rosas
entre pálidas y encendidas
me dibujan un nuevo rostro,
es el color de la fantasía,
de la ilusión, de la esperanza;
del amor que creía perdido
entre los escombros de la existencia.
Amor... ¡qué bello eres!...
¡Te sentía tan lejano para mí!
Pero alguien sembró una rosa
en mi mustio corazón...
No te marches nunca
que jamás aparezca tu despedida
haciéndome guiños a la distancia.
Sembraré para ti violetas encendidas
añoradas y desconocidas,
serás en mi jardín el aroma que incita
a escribir versos de amor.
Te recibiré cada mañana con una nueva flor.
Radiante de pasión estará la primavera.
Sobre los pliegues de tus labios
expandiré pétalos encendidos
tu cuerpo será la tierra y el agua
en donde echaré raíces
y estaré perfumada para ti.
Te sembraré de besos nuevos desde el amanecer
y entre los dos recogeremos la cosecha,
de mis sueños en los tuyos.
Las semillas nos convertirán en rosales
ahí encontraré más sentido a la vida
y el jardín escribirá en sus hojas
que tú eres mi amor.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 11/11
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