TAMBORES
TAMBORES (12)
A una orden de mis ojos,
inició la danza de la vida.
Cada mirada era una fantasía nueva,
mientras todos en un ritmo vigoroso
se entregaban a los mismos placeres que buscamos
y la creación hermosa, dibujaba todo de colores...
El espacio se iba llenando de las más hermosas flores,
árboles, lotos en sus lagos, ocres espigas en sus llanos.
Mariposas miles danzaban a ese ritmo, que jamás acaba,
y las vertientes bajaban del cielo ,
todo era cristales valiosos.
Estoy extasiada, la mirada de oro se perdía,
mis ojos eran cristales idos, ¡qué belleza!, ¡qué gran amor!
La magia del Creador estaba ahí y aún no lo creía.
Cariño mío, acompáñame en ésta danza de amor.
Quiero estar contigo mirando el mismo cielo,
me embriaga el calor del sol y extiendo mis alas...
Los dos en la misma rama,
tocados por los mismos instintos...
Extender el vuelo y explayarnos tranquilos,
sin miedo al peligro.
Besándonos con el azul del cielo
cada imagen impactante y maravillosa,
con su verdor distinto y cada mirada asustadiza.
¡Suena tambor!, aligérate en mi vientre ...
Entrégame la dulzura de tu son cual fuego ardiente
mientras ellos, los invisibles,
tocan otros sones para nosotros
y agitan con velocidad sus manos.
Probamos un poco de las ramas que los enloquecen
los pierden en el infinito y los hacen danzar,
saltar por los aires imaginando ser libres...
Danza divina de mi vientre con el tuyo...
¿Qué más quieres?... /ya lo decía que me ofrezco.
¿A quién no le gustaría probar mieles ocultas?
¿Quién no desea vivir a plenitud efímeros momentos?
Así como los viven las mariposas en un día,
se entregan con felicidad a disfrutar, a danzar
a recibir y entregar con el ardor y el disfrute
de la vida que se apaga con el silencio del tambor,
que deja de sonar si las manos se funden,
entre gritos de placer, sobre blancas nieves.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 26/11
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