viernes, 22 de julio de 2011

MI TÍA MARÍA (298)


TÍA MARÍA (298)

La tía recorrió muchos caminos,
sus ojos me lo dicen
mientras con un abrazo advierto,
que su historia contaré...

Ella, nobleza pura de santa dama
en su mirar lo refleja todo,
sus manos envejecidas  y arrugadas
contarán historias sobre panes amasados,
sus piernas encorvadas nos dirán
que fueron 15 hijos creo...
con el mismo varón de sus amores
a veces  tan duro, otras tan lejano...

Mi tía y mi madre... sólo están las dos,
ella en un asilo de monjas,
mi madre, cerca de mi corazón.

Ella cultivaba rosas gigantes,
cardos divinos de extrañas flores.
Era cándida, risueña... tímida...,
abrigadora en días de invierno frío
regalona de ropa hermosa
para que nos viéramos preciosas.

¿Cómo olvidarle si con sus dulces palabras,
parecía cabrita con las tetas llenas
repartiendo a escondidas lo que podía,
dentro de la abundancia de sus días?

Dama respetada por la nobleza de su casta
fue la humildad para vivir 
con tantas horas y plegarias
acompañada de sus mejores amigos,
el trino alegre del toche
y el colibrí anidando en los rosales...

La bella encantada con sencillas cosas,
la mariposa de colores que danzaba
y besaba sus flores amorosa...

¿Quién no quiere una tía así?
Es mi cándida flor en días tristes,
con sonrisas lo arreglaba todo,
y con un abrazo abrigado
dentro de su acolchado traje
miraba al cielo y planeaba todo
al acomodo de Dios.

Agradecida me enseñaba una oración,
mientras en sus manos arrugadas
guardaba un bocado de alimento
para dejarlo dentro de mi boca,

me estampaba un nuevo beso
y me entregaba la candidez de su  sonrisa
con sus ojos empañados
por una vieja tristeza.


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, julio 16/11

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