jueves, 21 de julio de 2011

MI HADA (308)

MI HADA (308)

Llegó en caballo blanco...
Sus crines hermosas se movían con el viento
mientras un ángel la bajó suavemente,
la posó sobre pensamientos de colores
y dió un suave beso sobre su frente...

Hubo un reencuentro con sus amados
el sueño recobró vida, llegó Cielito,
llegaron todos, se posaron a su alrededor
le brindaron vino fresco, 
un colibrí dorado le regaló una flor 
y le dijo que era del amor.

Se vistió como una diosa...
Hoy su traje era azul... su preferido...
Gustaba de rosas de éste color, el cielo, los ojos,
las mariposas encantadas 
que volaron hacia el jardín de los colores
donde los mirlos cantaban
y los gorriones armaban nido.

Miró hacia atrás... pero un ruiseñor tapó sus ojos
miró al frente y lo vió ahí, su caballo era negro
sus ancas relucientes invitaban a una potra
que sin pena ni verguenza se acercó
lo acarició con su dulce trompa,
olió las delicias de sus perfumes
que invitaban a la entrega,
y suavemente sin luchar
se inclinó mansamente
y se doblegó.

El hada seguía ahí...
Sólo observaba sin tristeza,
decidió que no volvería a mirar hacia atrás.

Se montó en su caballo blanco,
alguien la tomó de la mano,
la enrolló por el talle,
la invitó al Restaurante Casa Vieja,
y allí la encontraron  borracha
cantando rancheras
y llorando de amor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 19/11

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