ESPÉRAME (262)
Había navegado por largo rato,
espacios sin fin con heridas miles.
Humillante remar en lagos ajenos,
donde los huertos y las flores
nunca serían para mí
y los suspiros enajenaban envidiosas miradas.
La lluvia fresca y matutina
era otro sueño sin final,
que las cristalinas aguas
dibujaban en paisajes para la soledad.
¿En dónde estás?
No reparabas en mí.
Decidí enamorarme de mi reflejo.
El agua de cristal me mostraba con claridad;
allí estaba solitaria y lejana.
Intenté brindar un beso,
me quería besar a mí misma
más sólo vacío.
Me perdí con mis sueños
y mi reflejo nadó conmigo,
se entristeció y yació,
fue blanca espuma
en el fondo del lago del amor.
Te invitaba con mi único canto de un sólo día,
salí presurosa con pasos de gansa herida.
La música fue lanza de fuego,
penetraba en mi corazón
y te esfumabas.
Tu vestido era de varón,
tu pico de macho bravío,
tus ojos eran el reflejo del espejo
en donde me bañaba.
Y allí,
en silencio, sin pensar en nada,
decidí que pernoctaría por un tiempo,
pues tus alas,tus besos y miradas
ya tenían dueña...
A la distancia sólo los veía
se arrullaban
se besaban
se limpiaban
se amaban...
Danzaban al viento blancas alas
perdidas en mi angustiosa soledad.
Te imaginaba entre mis brazos,
te sentía en la brisa perfumada,
en el canto del mirlo negro
que desde la mañana llegó al árbol de mi vida
y me dijo que tal vez mañana,
otro día más eterno
e interminable serías para mí.
Llegarías temprano con un trino único
y entonarías a tiempo tu melodía de amor,
esa que no tiene despedida y se pierde en silencio,
se esfuma en el río caudaloso
y no regresa nunca más...
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 24/11
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