domingo, 24 de julio de 2011

PALOMA (261)

PALOMA (261)


Cual tímida paloma 
adorné mi corazón de blanco.

Perlas escondidas 
en la sangre del poeta que lloró letras
junto a espumosas brumas del alma
se adornaron pálidas en tu sonrisa triste.

He cultivado lirios preciosos...
Adornan los valles de mi hogar con la tibieza marchita
casi que olvidada de unos labios por besar...

Miré a lo alto nubes grises,
más vi que fueron pasajeras...
Se esfumaron sobre las torres de una nave silenciosa
llevadas en tus alas con plumas blancas,
espuma ligera y suave 
con la esencia de la vida.

El dolor tocó a mi puerta...
Las llagas casi me consumen en mi solitaria cama.
Imploré porque todo en ti fueran renovado,
expandí perfumes sobre tu almohada,
rogué luz del cielo para tu mirada.

Sentí que la aurora era triste sin ti...
Un presagio te arrancaba de tajo.
Alguien decidió que no fuera feliz
todo lo amado, todo lo encontrado,
todo... ¡todo lo perdí!...

Flores blancas se elevaron, 
parecían cometas de luz,
labios temblorosos me dicen que estás aquí,
siento tu mirada fresca, tranquila
el pasto tierno guardado en tus niñas
tu aroma a bebé grande.

Tus pasos curtidos de dolor se acabaron
pero en mi alma murió una nueva violeta,
la que se pintaba púrpura con tu cariño
hoy vierte las mismas gotas de rocío
y el pensamiento lúgubre te imagina
blanca como la aurora, 
al tornasol de tu mirada.

El brillo de tus ojos se esfumó,
así desaparece en el alba,
la  fuerza que te dio la vida...

Siempre te recordaré mi bella paloma blanca
 ese cariño tardío en mi ventana,
esas palabras tuyas que se fueron
lentas y apacibles sin pelear más.

¡Fue tan poco el tiempo!... leve... silencioso.
Ni un abrazo pude entregar, sólo versos tristes
se estampaban sobre una blanca hoja
mientras mis besos te llevaba hasta el altar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 23/11




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