viernes, 22 de julio de 2011

ENTRE LOS GUADUALES (281)


ENTRE LOS GUADUALES (281)

Descansaban nuestros agotados cuerpos,
la silla de ruedas volaba,
la lluvia caía sobre nuestros rostros,
iniciamos un atajo, el más triste para mí
para salvar la vida.

Un gran golpe sobre mi rostro,
una palabra dirigí: No serás nada para mí,
nunca entregaría mi vida a un macho cabrío
en quien alguna creí.

Una carrera presurosa, un escondite ligero,
entre los guaduales, corriendo aprisa con terror
al paso dificultoso por la carrilera,
¡y al fin!... después de larguísimo tiempo
ocultas todas en mi pequeña casa
casi perdida en el enmarañado monte
que con tanto sacrificio construí.

Ya estaba todo, sólo 8 días faltaban
y un presentimiento: 
¡No quiero, no quiero!, 
Dios Santo, ¿qué haré?

Sonaron los primeros golpes,
gritos, la furia, el arma en sus manos
mi corazón palpitante...

Ella corrió apresurada,
Diana se aseguró también,
y quedé en desamparo total
frente a sus garras...
Me agaché un poco bajo la ventana
mi silueta se reflejaba con la luna
sobre la pared.

¡Ven amor mío, hablamos!... ¡ésto no puede ser!
no puedo quedar de burla ante mis amigos,
¡ya todo está preparado!

Las tejas empezaron a crujir,
los gemidos, las carreras,
los vidrios empezaron a caer
y el arma asomó junto a unas torpes manos
que halaban el gatillo
directo a mi cabeza.
Mi silueta me salvó la vida.

Policía, tarde como siempre,
sangre en el camino,
un arma oculta que la luna divisó
escondida entre una gran matera,
ellos sus amigos, lo llevaron preso,
¡qué rápido salió!...

Mi vida hecha pedazos...
Su lengua mordaz dañó mi reputación,
un cuchillo en mis manos dijo que dañó las suyas
mientras con los golpes a las ventanas
los vidrios marcaron una A de por vida...

No bastaron ruegos, llantos ni súplicas,
mi vida se convirtió en una pesadilla,
mis pasos con su sombra,
mi corazón era el palpitar de una paloma
en las garras de su depredador.

¡Oh vida!... ¿qué circo inventaste para mí?
Mira que aún me persigue
y el huerto sembrado murió,
mis niños se perdieron en el monte,
mis amigas del alma abandoné...

Dejando todo lo luchado, lo sufrido,
por la maldad de un macho cabrío,
que indolente y atrevido deseaba tomar mi vida
y arruinó una historia sin contar,
con sangre sobre mis flores mustias
y con látigos de lengua malvada
sobre la vida de mujer honrada
me obligó a volar lejos de sus garras
para en un lago azul estar.



Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio  6/11

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