viernes, 22 de julio de 2011

CROANDO (279)


CROANDO (279)

Amanecí con un grillete entre mis piernas,
una venda en mis ojos y un atajo en mi corazón;
un grito ahogado que no puede salir,
pues está vedado para mí...

El alma en las manos y un ramo de flores de loto,
bellas todas y todas para ti
con la nota habitual pero impronunciable:
Te quiero, te quiero...

Un croar interminable desde mi oscuro lago:
Mirar con los ojos cerrados,
escuchar con el alma proscrita, humillada
fatigada del amor prohibido por leyes mundanas.

Cuánto desearía ser ésta ranita desnuda,
mirando al cielo sin pensar en el mañana,
vivir sus instantes, sin creer que una garza vendrá
la engullirá y al fin será silenciado su croar.

Amor mío, ¡qué círculo extraño! 
Un pasadizo cruel
tocar tus manos desde la niebla de mis ojos,
besar tu boca desde el aliento de la mía,
abrazador calor perdido entre sábanas,
canto suave desde mi gigante encino
sin encontrar quién escuche tan bello trino
y sin un beso con sabor a tu licor preferido
ni un abrazo en mis mañanas
ni una mano que acompañe un día domingo
a creerme santa porque voy a misa.

Seguiré croando: Te quiero, te quiero, 
hasta que la garza negra o el águila viajera
vengan por mi.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, julio 5/11

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