martes, 18 de agosto de 2015

INOCENCIA SE NOS VA 4 [39]

INOCENCIA SE NOS VA 4 [39]

4.1 COMO ALMA QUE LLEVA EL DIABLO

Nada bueno buscaba esa mujer, ¿a qué venía de visita, sabiendo que el tipo le había propinado cipote de tunda?, lo cierto, es que esas nalgas no se quedarían así hinchadas y coloradas por obra y gracia de éste desgraciado, ¡para nada!, sacaría a relucir sus uñas, pero lo que más rabia le daba, es que había gritado delante de todos: ¡me escogió!, ¡me escogió!, ¡qué vergüenza!, ¿ahora, cómo haría para salir de semejante ratonera en la que se metió?

¡Chupe!, ¡bien ganado se lo tiene por culi pronta!, decía Doña Filigrasia cuando le contaban que el viejo había amarrado a la nueva mujer en la misma mata de fique que conocía todas sus historias pasadas, con una sonrisa que no le cabía en el rostro, pues a ella también le había dado sus buenos cimbronazos por el sieso por ir a buscar lo que no se le había perdido, y desde esa época estaba juiciosa con sus hijas, y había aceptado de mala gana al viejo, ¡pero ahí estaba!, al menos aquí quien seguía llevando los pantalones a pesar de todo, era ella.

Ese día había pensado muy bien, de qué manera se vengaría de éste miserable, ¡pero qué boluda sos ché!, me parece escuchar a la argentina de la esquina, pero lo que esa mujer no sabe es que yo sí sé, que a ella también le pelaron el sieso y aparte de eso, la obligó a preparar su comida y llevársela bien calientita a la misma cama piscina de porquería, donde había comido con todas las mujeres que se le antojaba, ¡claro, el muy hijueputa no buscaba muchacha sino mujer, según él porque adquiría todos los derechos, y además de gratis!, ¡eso es mucha basura!, ¡pero así nomás no le iría, con una mujer de Santander no se mete cualquiera!, si quiere guerra, ¡guerra tendrá!

Doña Inocencia renovada, se hacía la pendeja,  y en esto ya llevaba varios días, se rascaba la cabeza, se sobaba las nalgas, se mordía los labios, entraba, salía…

¡Jacinto!, ¡Jacinto!, /casi gritaba su nombre/, ¡ya verá el cabrón éste que con ésta no me quedo!, hablaba sola, casi delirando, y cuando lo veía llegar se hacía la mosquita muerta que no partía un plato, con solo mirarlo sentía los cimbronazos en la nalga, pero se haría la tonta, así es como él quería que fueran todas, ¡pues bien tonta se haría!

Había reunión, ¡cosa rara!, estaba muy amable y hasta le agarró una teta cuando pasó cerca de él, y una carcajada soltó por todo el patio, a lo que su vecino y compinche con mirada socarrona le decía al oído, pero casi a grito entero: ¡jejejeje!, ¡se volvió mansita después de la cueriza! ¡Mi compadre sí que es un verdadero macho!

-¡Es que así es que toca!, ¡ya se lo he dicho, si quiere que la comadre se amanse, no es sino que le de unos buenos cimbronazos bien dados, y verá como le camina pianito!

-¡Pero es que yo le voy a pegar a mi muje!, y esa sí que me mata, ¡no compadre!, ¡prefiero ser macho vivo que arrecho muerto!

-Está sedita, ¡si viera compadre, obediente, hace todo lo que le ordeno y no me rechina ni una!, ¡y que me vuelva a revirar!, tenía pensado traer unos bultos de bore pa que le pique a los marranos, ¡oficio es que toca ponerles pa que no piensen que van a pasar por sobre nosotros los machos!, ¡ni más faltaba!, recuerdo cuando mi apá le pelaba el culo a mi mama, y ella enseguida cogía juicio, de ahí aprendí, y por eso no me dejo joder de ninguna mujer, ¡aquí mando yo, y aquí se hace lo que yo disponga!

Inocencia escuchaba y rechinaba los dientes, en la cocina cuchillo en mano, lo descargó con fiereza sobre la carne que tenía lista para asar, en tanto lagrimones de rabia escurrían por sus cachetes pepiados…

¿Cuántos meses llevo aquí?, soy una prisionera, ¡Santo Dios!, ¡qué gran error, por querer buscar un esposo fiel y querer darme otra oportunidad, ahora sí que estoy bien jodida!, lo peor de todo es que ya no confío en la comadre, pues son ellos quienes están de lleva y trae, ¡claro!, contándole todo lo que les contaba y él haciéndose el huevón, pero ahora sí, muy calladita veré otro amanecer, pero al lado de mis hijas, ¡con éste cerdo ni un día más!

El búho anunciaba una larga noche, ¡luna llena!, todo se veía amarillo, una promesa, pájaros nocturnos, luciérnagas colgadas del cielo, ¡qué paisaje tan divino!, ¡jamás había visto una noche tan hermosa!, ¡pero se sentía tan sola y frágil!

Como alma que lleva el diablo, siguió repartiendo guarapo, asando carne, atendiendo a sus “amigos”, lo mejor que podía, ella no se tomaba un solo trago, ya estaban colorados, un poco más tarde se despedirían y entonces… todo sería diferente, no volvería a inventar vainas raras, y recordó de nuevo las palabras de su viejo: ¿se quieren ir?, ¡ahí está carretera!... ¡qué palabras tan cortas y tan certeras!, ahora habían llegado de nuevo a su mente, y sabía que era él quien le hablaba al oído…


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, agosto 18/15


INOCENCIA SE NOS VA 3 [40]

INOCENCIA SE NOS VA 3 [40]


3.1 EL CULO COMO BERENJENA

Pasaron varios lunes y soles, lo último que recuerda de su pesadilla fue que “detrás de la mata de fique”, no asomaba un alma, nadie escuchaba sus gritos y pedidos de auxilio.

Tenía memoria de que ese día se quedó viéndola muy bien vestida y perfumada, la agarró fuerte de un brazo, y lanzándola sobre la cama piscina se la cogió cuántas veces quiso, sin poder rechinar sino los dientes del ardor, y el mal de riñones que la tenía tome y tome cuanta hierba le decía su vecina, a escondidas, pero lo que no sabía, era que el muy ladino vigilaba cada uno de sus  pasos, y sospechaba que su yegua lo abandonaría, y esto sí que no lo soportaría, pues se estaba acostumbrando a ésta mujer y a la buena vida que tenía ahora, pues no tenía que pagar un centavo, y podía servirse a la carta, a la hora que se le antojara, la pecosa tenía lo suyo, ¡y ni por el putas nadie pasaría por sobre su funda!, de que era macho, bien remachado y se lo demostraría en la tarde después del almuerzo, para que dejara ese verraco antojo de querer abandonarlo, ¡eso sí que no compadre!, le había dicho a su vecino, ¡ni por la funda del viejo Anastasio a mí una mujer me abandona!, ¡primero pasan por sobre mi cadáver!, y desenfundando la macheta, la golpeó fuerte contra una roca y la hizo botar chispas.

Ahí estaba su pecosa en la mecedora, ya se había acostumbrado a verla ahí, no le fregaba tanto la vida, pues había visto que era muy ordenada y siempre mantenía su ropa y cosas en su puesto, lo que antes no había logrado con ninguna otra, además de que tenía buena sazón y bonitas piernas ¡pa qué!

Pero al escuchar la insinuación de su compadre, de que lo abandonaría, salió como una fiera, y sin pronunciar  palabra, miró hacia la pared de su alcoba,  agarró la fusta que tenía para estropear la mula, ajustó la macheta al cinto y le dijo: ¡alístese mija que vamos a un paseo!

¿Dónde estás corazón que no te siento?, sus piernas temblaban y un presentimiento atroz llegó a su mente: ¡me matará!, hará picadillo con mis huesos, ¡Dios mío sálvame!, se vino toda la historia de vida, la casa pequeña de sus padres, hermanas, novios, amigos, un recorrido silencioso mientras Jacinto sólo decía, ¡no se asuste mija!, es que voy a mostrarle lo bonito que se ve desde la mata de fique todo el terreno, su casa, sus cosas, que jamás debe pensar ni siquiera en abandonar!, ¡¿me escuchó so mensa?!...

-Sí, escuché, /balbuceaba Inocencia, recordando que en su vida nadie la había tratado de ésta manera, al contrario, era ella quien a veces se pasaba de piña y soltaba toda la rienda, para hacerse respetar, ¿pero de ésta manera?, ¡jamás!

Había perdonado muchas infidelidades, eso no significaba que no deseaba matar y comer del muerto, porque es que la ira de la burla, es como llama encendida en el vientre, y el corazón y la mente jamás se ponen de acuerdo para nada bueno, después de tanto abuso, pero ahora, estaba a merced de un tipo, que hasta el momento no la había golpeado, pero sí la trataba peor que una esposa engañada, era una esclava suya, y no sabía hacia donde correr, ni a quién pedir ayuda.

La  mata de fique era inmensa, pero no se veía ningún horizonte, sólo que tenía una espiga enorme y arriba todas sus semillas y flores, esperando un sacudón para que caigan todas encima de alguien.

Eran hojas grandísimas, nadie había tocado esa planta, las primeras hojas estaban secas, pero las nuevas siempre verdes, con sus espinas como uñas de gato esperando quién las arrancara, para entregar toda la bondad guardada dentro de ellas.

-¡Pero aquí no se ve nada, puro monte!, ¿para qué me trajo hasta aquí? /balbuceaba la pobre Inocencia…

-Sin pronunciar palabra, la agarró fuerte de sus manos y la amarró en la mata de fique, luego, congestionado de la rabia le dice: ¿¡para dónde es que se va a ir la condenada!? Y sacando la rula, le descargó el primer plan de machete en las nalgas…

-¡Qué no vuelva a escuchar que me abandona!, ¡qué esto le sirva de escarmiento!, /gritaba mientras le descargó el segundo, y la pobre Inocencia gritaba asustada, ¡¡ayúdenmeeeee!!, pero ni siquiera su eco se escuchaba.

Una vez golpeada, sacó la fusta, le bajó los calzones y le dejó las nalgas al rojo vivo… parecía berenjena madura cada nalga, no tenía ganas de llorar, una extraña fiereza se estaba gestando en su interior.

En silencio soltó a Inocencia y le espetó: ¡¿quedó clarooooo!?, ¡de mi casa se va sobre mi cadáver!, ¡malparida desagradecida!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 18/15


INOCENCIA SE NOS VA 2 [41]

INOCENCIA SE NOS VA 2 [41]


2.1 POR VIHUELERA Y UBACHONA

Un ajustarse el amargo en la boca, de esto ya tenía mucho conocimiento Inocencia, no quería pensar en nada, ni tiempo quedaba para eso, se había dado cuenta que había cambiado el cielo por el infierno, y en esto ya llevaba 3 meses viviendo con ese tipo extraño, que sólo deseaba un plato bien servido, y ahora, después de ver la casa tan bonita y bien arreglada, se había vuelto más exigente, ya quería era él disponer de las cosas y regañar, se había convertido simplemente en una criada sin derechos, eso era antes, pero al menos no tenía que soportar tanto, en un rincón, cuando el tipo se iba a su labranza y salía en la mula o el caballo negro para regresar pasada la tarde como un fresco, ¡eso sí!, traía buen fiambre para cocinar, hasta contento se le veía por la adquisición, y con el tipo de la finca de su amiga, lo había escuchado hablar bien escondida detrás de la reja.

-¡Y qué Jacinto!, ¡cómo le ha salido la muchacha!

- Oiga, pues hasta ha salido buena para el oficio, eso mantiene la casa muy bonita y ordenada, ¡mejor creo que ni mandándola a fabricar!, pero se queja mucho la verrionda, de que me duele esto y aquello, ¡y hasta se me está volviendo respondona!, ¡la toy dejando!, ¡no sabe ella la sorpresita que le tengo preparada si se me pone retrechera!, ¡eso siempre me ha funcionado!
-¡No vaya a ser marrano con la doña!, ¡mire que es de buena familia y hasta dejó a sus hijas por venirse a vivir con usted!, ¡en después no se vuelve a conseguir otra igual!

-Otra igual no, ¡pero mejor sí!, ¡por ahora me sirve ahí para el oficio y pa descargar ésta arrechera que me asiste!

Doña Clemencia se tapaba la boca, no podía soportar esto, ¡Dios mío!, ¿qué hacía?, no se había comunicado con sus hijas ni familia, y todos  pensaban que era la mujer más feliz del mundo, fue a la cocina a llorar y preparar el almuerzo, al menos era comida para dos, tenía mucho miedo que tuviera una cantidad de obreros, pero esos tenían un sitio aparte, y tenían prohibido pasearse por su casa, no podía atender ni servir a nadie, esto se lo agradecía, pero lo que no sabía era que era un hombre posesivo y celoso, y que bajo la manga, tenía algo más que ese  ánimo a macho acostumbrado a tener mujer, pero como esclava.

Ese día no aguantó más y subió hasta la finca vecina a pedir el favor a su amiga para llamar a sus hijas, no les contó nada, sólo que estaba muy bien, y que dentro de pocos días iría a visitarlas.

Una vez colgó el teléfono no pudo contener el llanto, en medio de la inquietud de sus vecinos.

-¿Qué le sucede comadre?, ¿ese tipo le ha puesto la mano encima?, ¡cuénteme comadrita!, se lo presenté porque sabía que estaba soltero, pero de él no sabía nada más, nunca podemos entrar a su parcela, de aquí para allá sólo comentarios que llegan de la gente, de que la que entra no sale nunca más, pero eso solo son comentarios, nada que alguien corrobore, es que mi vecino es muy posesivo con sus mujeres, por eso no se ha casado con ninguna, las tiene de friega no más, y luego cambia por otra, y así se la ha pasado toda la vida.

-¿Eso fue lo que me presentaron para mí?, ¡nunca creí esto de una amiga!, me siento muy triste, no sé qué voy a hacer ahora, hasta miedo siento de correr de ahí, tiene que ayudarme, porque me regreso de nuevo con mi familia, pero debo hacerlo cuando él no esté por ahí.

El ruido de una mula bajando por entre las rocas la previno, y corriendo, llegó a su casa que no estaba demasiado lejos de la de sus vecinos, y se acomodó en la mecedora, con el corazón latiendo aprisa, estaba un poco vieja para éstas carreras.

¿Qué haría?, daba pena otra vez llegar a casa, acostumbrada a que todo era crítica, imaginaba las sonrisas socarronas de sus hermanos que poco la apreciaban, y de una que otra persona que por delante era buena amiga, pero apenas volteaba la espalda, sacaban la lengua filosa: ¡bien hecho!, acostumbrada a desperdiciar, por eso cada quien debe buscar lo suyo, ¡ahora que lleve del bulto para que aprenda!, eso sí, ordenada es lo único que es, pero del resto, se merece la suerte que ha tenido, a ese pobre marido viejo lo tenía era como pendejo, eso decía él pues, no es que nos conste, pero el pobre se la pasaba trabajando para que otro Enrique, así decía mi madre, cuando en broma nombraba a Kico, ¿qué tan rico fue Kico?, ¡mucho más que todos!, porque al menos nos quería, y no permitía que nadie hablara mal de sus hermanas, si acaso una que otra palabrota, pero de corazón era noble, siempre perdonando desaires y aguantando burlas de uno y de otros, en cambio casi todos los otros guardaban un as bajo la manga, que demostraba que no eran tan buenos hermanos, como todo el mundo imaginaba, en cambio con ellas el asunto era a otro precio, buscaría la manera de comunicarse con sus hermanas, para ver de qué manera salía de tan verraco lío en el que solita y sin acatar consejo, se había metido.

El ruido de la mula la puso temblorosa, ahí estaba el hombre, un poco rústico, ¿un poco?, era un rústico de las patas a la cabeza, quien sin mirarla entró afanado por algo, y asimismo trepó en la bestia, y se perdió en la espesura del bosque.

¡Dios mío!, ¿qué hago?, ¡dame un poquito de luz para saber qué camino coger porque tengo mucho miedo!, sus vecinos la habían inquietado mucho con aquello de que la que entra a esa casa no sale, ¿sería para asustarla?, ya estaba desconfiando de todo el mundo.

Inició sus labores, ya no le agradaba el canto de los pájaros, ni siquiera el olor de las flores, una pequeña espina estaba ahora abriendo una gran brecha en su ya perturbado corazón.

Esperaría su regreso, pero estaba craneando la manera de escapar del lío en que sola y por bihuelera y ubachona como le diría la madre si estuviera viva.  Ahora mismo necesitaba a esa madre ahí, para correr y apretarse en su abultado pecho.

El mirlo gris se posó en el árbol cerca de su casa para iniciar su maravilloso canto.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, agosto 18/15