42. ¿Y MIS VACACIONES? R215
Publicado
pors en diciembre 11, 2010 en 7:00pm
¡Qué
cansancio!... ¡qué pesadez de huesos!,
De
oficios repetidos en su cotidianidad...
Mi
cuerpo exige respeto, está clamando una acequia...
Mis
ojos añoran paisajes nuevos
Olores
verdes y frescos,
Con
una nueva puesta de sol.
Mi
boca está sedienta de besos y mi cuerpo de abrazos...
Oficios
repetidos agobiando vidas...
Hoy
me siento así... cansada muy a pesar mío,
Vacía
con el silencio de mis horas sin sentido,
Con
tanto cuento repetido...
Cantos
de aves sobre el castañeo de pisadas,
Sobre
el camino rojo sembrado de pinos, y olorosos arrayanes,
Sabores
a menta, a eucalipto tierno
Mojado
por la lluvia suave, y movidos por el viento.
Mi
cuerpo añora descanso,
Sobre
esa gran piedra gris de mi infancia recordada,
Con
su dulce y bella cascada transparente y platinada,
Adornando
el entorno con sonidos simples y bellos,
¡Cantos
de aves, llanto de crías, recibiendo sus bocados!
¡Cómo
añoro los mirlos con sus melodías burlonas!,
¡Los
azulejos, los turpiales, las palomas...!
¡Cómo
extraño las flores!...
Las
orquídeas de mis montañas...
¡Tus
hermosas y níveas margaritas con su corazón dorado!
Añoro
esa mirada, sus chistes... ¡mis carcajadas!
Estoy
cansada... ¡sí!... ¡claro!... Por tanta arrogancia repetida
Por
silenciar el desprecio de un hermano,
Por
la frialdad de quien creyera mi amigo...
Cansada
de éste calor que abrasa...
De
la parquedad de mi situación,
La timidez
de mi sombra...que teme abrir la boca.
Aburrida
de cojines y almohadas perfumadas,
Tantas
para ver... Pocas para disfrutar,
Mucho
para limpiar el sucio de los demás.
Cansada
de la indiferencia de quien vive a mi lado,
Agotamiento
de oficios sin paga ni retribución.
¡Qué
cansancio! … ya casi estoy dormida
Con
el lápiz escribiendo tonterías...
Casi
me lleva el agotamiento a un silencio total
¡Pero
no!, ¡hay una gran algarabía, pues llegó navidad!
Ya
casi me duermo…
Siento
inquietud y tormento de levantarme de nuevo,
Y descubrir
que aún no he hecho nada,
Están
todos ahí... Y hasta más... Esperando por mí,
Tanta
faena esparcida…
¡Qué
pena me da por Dios!, ¡repetirlos día a día!
Cuánto
diera por volver a mi niñez,
Trepar
al árbol más alto como lo solía hacer,
Olvidar
que soy mujer de oficios endosados
Mis
brazos en alas convertidos,
Y escaparme
como águila gigante...
¡Volar!...
¡Volar!... ¡Volar!
Hasta
despertar en un cerro solitario
Sin
oficios ni cansancios,
Sin
penas ni pesar.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 11/10