LA MALETA
Ahí estaba
la maleta esperando a una víctima, ¡y claro que no seré yo!, para eso está
Dorita, lo mío será liviano, como siempre, ajustaremos sonrisas y llevaremos
ganas para el camino.
Salían
presurosas 5 damas vestidas de café, en procesión diría, pero un pie ajustó sus
vidas que se volvieron chicha de maíz, ¡pobrecitas!, tan contentas que estaban
en el rincón de los silencios, pero no sabían que así es la providencia, todo
terminaría cuando Dorita buscara una maleta para cargar mis penas y empacarlas junto
a las suyas.
De florones
azulinos, rojos y morados, la encopetada dama salió muy maja y colorada, haciendo fieros a las vecinas, que por huevitos vinieron, y me dejaron sin nada
para mi prestigiosa cocina.
¡Ay!,
¡tiene una cara de contento que no puede con ella!, le dije.
No joda si
en el barco encuentro un amor, por allá me quedo, porque vivir sin cariño, es
un pésimo enredo.
En éstas ya
no murió, la presión se le bajó, ya casi no se muere, no siente un tirón, ya German ni le importa, ¿para qué a veces es tan zurrón?
En éstas
llega Alirio con Azucena, y la cosa se puso buena, dando quejas y quejas pasó
la tarde y le volví a repetir; ¡ya no joda!, si se va a morir que sea ahora,
porque con éste cuento lleva medio siglo, ¡que me duele la pata, que me dio un
tirón, que la nuca está tiesa, que las huevas sin rayas de don
Simón, que Domingo me jode y se hace el huevón, que una poeta me hace
versos y le hecho mi bendición de verde color!...
Luego
pasamos contentos, un libro con mil poemas, bonito regalo para pasar la noche y
en esto y mi desabroche de amores quejas y penas, se fue el día sin mis versos,
pero hubo derroche de risas y maletas llenas.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
10-04-15
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