AMANTES EN
MÁRMOL
Qué hermoso
sería fundirnos así, cual barro húmedo, luego de calcinarme en ti y tú en mí,
ser mármol, roca firme con visos de colores, obra en negro para un escultor,
dejar que toque cada rincón de mi pequeño huerto, luego verme en tus ojos y
quedarme ahí todo el tiempo, ese que aún espera, ese que no sé si nos hallará
algún día, o nos estrellará junto a la brisa con el frío pulido de la ausencia,
o ese perfumar siempre de la primavera...
Nadie
negará el esmero del escultor, esos instantes de silencio, con sus manos
tallando en roca el amor, abriendo piernas, juntando sexos, iluminando ojos,
despejando labios, en el segundo mágico donde el deseo se estaciona y la obra
se funde al fin, para otros que no saben de éste iluminarse del artista, y
simplemente se lleva a un rincón su obra, para que el tiempo cubra la imagen
con el polvo cansado de vagar.
Su mano se
quedó prendida de su torso, su corazón penetró todo silencio, ese grito vaga
entre los dos, en una dorada estrella, pero nadie sabe que somos tú y yo
soñando con días de amor, en un mundo hostil y mentiroso, que ha jugado con los
sentimientos más puros y con los sueños más sublimes.
¡Tállame,
amor mío!, fórmame en ti cual vasija de barro junto a las flores silvestres de
mi pequeño jardín, ¡hazme florecer en tu corazón y perfumar en tu vida!, y
sonríe, a pesar de todo soñar es gratis, y pensar, es una película con
principio y un fin inesperado.
Raquel Rueda Bohórquez
10 4 16
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