viernes, 18 de septiembre de 2020

BATIR DE ALAS

 BATIR DE ALAS


No hubo un soplo siquiera

que impulsara tus alas

hacia la esquina del resedal

que estaba en flor. 


Una tarde cualquiera

del año 2020

estábamos afuera,

despedíamos al hermano

que jamás retornaría. 


Algo se hacía camino, 

un ente raro 

que nos halló al descuido

viajando entre aves de metal

por cielo y mar. 


El mundo giraba con afán

todo era correr y presumir,

hasta nos olvidamos de Dios

y nos cobraban por una oración.


Todo eran espejos y fotografías,

cuerpos perfectos, risas fingidas

y en este camino de luces y ausencias

los niños y los ancianos fueron olvidados. 


El odio se crecía entre hermanos,

se apartaban a las familias

y se robaban los sueños ajenos.


Un ente espinoso se abrió camino

nos obligó a vernos a los ojos

aunque sea por unos instantes

pero sacamos lo peor de nosotros

y el mundo conoció el alma de todos. 


Las armas no pudieron con él

pues nada es más poderoso que lo invisible

que nos ajustó el alma al cuerpo

y el corazón al reloj de la iglesia.


Nos recordó lo frágiles que somos,

pero aún rotos y tristes

volveremos a lo mismo

con igual indiferencia

con la que matábamos al árbol

y pisoteábamos sus frutos. 


Sé que muchos buscaremos la montaña

y los recordaremos a ellos, 

los mártires de la pandemia

que dieron su vida

para redimir la nuestra. 


Paz en el huerto que los recibió. 


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, 2020


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