GRACIAS
A ti señor invisible
te veo desde el amanecer
en el ave tímida
que busca su árbol
y sólo atina
a su canción de cuna
temblando entre hilos negros
que iluminan caminos
que el hombre oscurece.
A ti señor del suspiro
viento que se cuela en mí
llenando el pulmón del río
que cual anaconda pasa
besando faldas y rocas.
Gracias por el día nuevo
por el dolor y la pena
que fueron causa
de acercarme a ti.
Eres entre la nieve la pureza
que arrima al musgo
y se desliza dulcemente
hasta ser manantial.
A ti señor de la vida
gracias por el calor
y la perla que asoma
desde el lago profundo
que vive en mí
como un verso
o un poema.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla agosto 14/20
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