A UN NIÑO
A la espiga que baila con el viento
que ni el azor divisa,
pues anda en otra prisa.
Al brote que abre entre las espinas
y entrega al bosque tan dulce aroma
que la inquietud del abejorro calma
llevando en sus patas sus esporas.
Al ruido inaudible
al abrigo de sus plumas
cuando la paloma ve con ojos de madre
lo que se esconde entre blanca espuma.
A la vida que se crece
al grito del paujil
al silencio del cervatillo
al color del colibrí...
A lo mágico de todo
a la luz de mi candil
al sueño mudo entre aguas tibias
que pasa por aquí.
Al niño que no fue
ni pudo nacer
pero mañana llegará en otra flor
en otro rayo esplendoroso de sol
tocará tu ventana abierta
llenando todo de su resplandor.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 14/20
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