240619 VERI
Son las 11 am, Veri, un pedacito de sol de una libra y algo, me ve a los ojos, ahora sólo tiene ojos inmensos y su piel cubre el esqueleto que alguna vez corría veloz a mis brazos y se hacía ovillo sobre mis pies.
Cada día me despido de alguien, no acertamos cuando el comején se hace cargo y llena de tormentos a los inocentes y vuelve la vieja pregunta: ¿por qué deben sufrir los animales y los niños?, es algo que no entiendo, tal vez los ancianos, o los adultos, ¿pero los niños y los animales?, algo quedó mal hecho en el universo y peleo con Dios, luego me arrepiento y agarro una bata de dormir vieja que huela a mí y envuelvo a mi pedacito de corazón en él.
Paseó su mirada como para recordar el lugar en donde pasó su vida inocente y luego fijó sus ojos en mí, en este momento comprendí todo y la llevé al lado de su madre Chiqui jadeando se recostó sobre ella y le robó su último suspiro. Después de ahí todo fue paz, hasta la madre se tranquilizó y cabizbaja aceptó que tomara lo que había quedado y lo guardara en una cava con suficiente hielo mientras alistaba viaje a la parcela y le hacía un cepelio en el bosque.
¡Qué cerca estaba la libertad! y esa vez no lloré, sólo vi el paisaje y en los ojos del Serbio adiviné a mi propio sepulturero.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 24 06 19
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