lunes, 9 de septiembre de 2019

LA BURBUJA

LA BURBUJA

Llega el momento del encantamiento, 
nos sentimos en una burbuja y de repente explota 
llega una ola que nos confunde 
y con todo su peso nos golpea 
contra los filos de los arrecifes.

Llega en el día de más sonrisas 
pensamos en la solidez que dan los años de trabajo 
y en las tantas privaciones para ahorrar para esa vejez extraña, 
que nos encuentra enfermos y tristes 
en edad temprana. 

Llega y creemos que es de acero transparente 
pero un soplo nos revienta por dentro 
y nos patea el alma. 

A partir de ese momento vemos el disfraz de la vida 
y la mentira del tiempo 
que hace con nosotros lo que quiere 
a tiempo o a destiempo. 

Empezamos entonces a devolver los pasos, 
a recordar los tantos errores y aciertos 
y otros se quedan en el limbo que hemos creado a voluntad 
para no reventarnos más de lo que la vida quiere. 

Nos damos cuenta que no tuvimos acierto para vivir 
somos la burbuja dentro de nosotros mismos 
pues no pudimos echar a volar nuestras rabias ni resentimientos. 

Te veo en un rincón con la vista al fondo sin fondo 
y tu rostro refleja todas las espinas y todos los dolores juntos, 
piensas que explotarás, que nada se puede devolver, 
que no existen los milagros y te abandonas a esa pesadumbre 
que es más letal que la propia enfermedad. 

Un temblor se vuelve de color violeta, 
los labios nada quieren reclamar , 
ni siquiera el canto de las aves interesa 
porque una fiera nos recorre y nos perfora, 
nos aniquila ese yo incomprensible 
que tal vez desea alcanzar la cometa 
que se aleja sobre el mar. 

Creemos que no volverán los ocasos 
ni el sol a salir por entre la peña 
ni a colarse entre el ponto el arco iris de los sueños 
y todos los rostros nos parecen tristes,lloramos sobre mojado, 
más de repente, en el instante en que la  burbuja se crece, 
vemos que el mundo cabe ahí con todos sus hermosos colores 
y el rubor torna cual ave peregrina que ha perdido el rumbo 
un canto nuevo se escucha entre las sombras que se iluminan 
ante los rayos de otro sol que estaba dormido. 

Te veo abrir en cruz los brazos
 tus rodillas dolidas se doblan, 
te veo llorar de contento 
corres por otras praderas donde no hay espinas, 
ni dolor, ni gloria...

La burbuja te llevó, 
tu propia burbuja no explotó 
no hubo filos de rocas en el camino real, 
cual niño travieso corres queriendo alcanzar tu propio espejo 
dentro de la misma burbuja de la vida
que corre por otro túnel por otra madre
en medio de gritos de júbilo. 

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, 09 09 19 

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