martes, 20 de agosto de 2019

EL DÍA


EL DÍA

Qué no pase el día sin que agradezca a Dios por la nueva oportunidad, por el madrigal y por la noche. Mañana no es mi preocupación, por ahora dejo en sus manos la salud de mis seres amados y el techo rojo acariciando el Magdalena al atardecer.

No habrá desperdicio hablando de los demás, menos queriendo arreglar su existencia, ¿acaso no tenemos nuestro propio mundo revuelto? Hoy es el día para reinventarme y dejar atrás todos los malos recuerdos, para atesorar del sol su resplandor.

Un parpadeo y ya no seremos, ¿entonces porqué dañamos la creación divina? ¿qué nos impulsa a destruir y maltratar a la naturaleza? Nos creemos superiores a los animales y a las plantas porque ellas no tienen perversidad como nosotros, ni siquiera podemos volar como los pájaros, ni nadar como los peces, y nos creemos dueños hasta de la luz del sol.

Mañana no seremos ni siquiera un recuerdo porque habrá pasado todo, y vendrán otras gentes con mentalidad y educación nuevas a poblar este planeta que tanto hemos dañado.

Aún así tenemos tiempo para cambiar, para remendar los trapos rotos, para abrazar la buena fe, para hincarnos ante la madre tierra y suplicar perdón, un perdón lleno de ideas nuevas que sean acordes con lo que tanto repetimos y poco practicamos.

Mi arrogancia de ayer es ahora una hoja seca perdida entre la brisa de octubre, que caerá bajo un buen árbol, que florecerá junto a mí en muchas estaciones en donde seré flor y fruto y volveré a volar una y otra vez tan liviana y dócil como un cordero que acepta su destino.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 20/19




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