LOS CARDOS
Indolente corazón que me perturbas
agitando mis ruinas temblorosas...
Falsos vinos de la vida,
disfrazados de amor y cortesía
en hiel y veneno fundidos
con el brindis de preciosas copas.
Se acortan las palabras
con el viaje de esta
incomprensible vida;
cansada de libar mis pensamientos,
agobiada de caer en las subidas.
Suaves palabras de aliento,
trinar de bellas aves,
aleteo de mariposa,
que bello despertar ansiabas
para morir pronto
entre perfumadas rosas.
Corta vida se previene
mientras escribo tristes notas;
cuerpo llagado y dolorido,
suspirar de amores que se evocan.
Lánguidas manos, suaves y arrugadas
abrazadas al libro de la vida,
con candor y paciencia acompañadas
por la oración de mi madre tan querida.
Ojos tiernos que miran conmovidos
retornando a otros tiempos y otros días:
¡Ya es tarde!, /un sabio me lo dijo...
¡No se pueden deshojar los cardos,
ni puede retornar la vida!
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 14/10
10.49 am
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