domingo, 2 de diciembre de 2018

A MI CABALLO/Andrés Felipe Martínez

Todo estaba perfecto ayer, hasta unas fotos me tomé montado sobre su lomo, hasta unas palmadas le dí y él relinchó más hermoso que nunca, sin imaginar su despedida. 

Hoy lo descubro con los ojos muy abiertos, sin saber que un río violento brotaba por mis ojos.

Triste despedida a un amigo, a un verdadero amigo que olía a pesebrera.


A MI CABALLO/Andrés Felipe Martínez

Se fue mi caballo moro
y el corazón se arruga sin su presencia.

No hubo despedidas ni otros despertares,
pero sí dejó en mi rostro hondos pesares.

Creo en otros valles,
en otras montañas a dónde irá con la brisa
a preñar nubes blancas.

Se fue mi caballo moro,
el amigo de tantas jornadas,
de tantos caminos recorridos
sobre su manso lomo.

Ahora es un recuerdo con olor a establo
y conversamos a ratos entre silencios largos,
que se hacen polvareda
al imaginar sus pisadas.

Raquel Rueda Bohórquez
1 12 18




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