NOVIEMBRE 19 2018
Ayer entraba mi hija con sus aires de princesa y su cabellera revuelta por las brisas que acechan y al intentar abrir los brazos para recibirla, ella dijo con aire altanero: ¡qué fastidio llegar a ésta casa!, y entonces de golpe sentí una bofetada fuerte en el rostro y el corazón chiquito duró todo el día así, la melancolía me arrinconó un poco, pero en medio de ese desparpajo para decir la verdad también le dije: ¡tranquila mija!, usted se va pronto para otro país y ese país se llama Alemania, lo cierto es que llegó dos días después del incidente y me dice: ¡Mami, una empresa alemana está buscando enfermeras!, y en ese instante recordé sus feas palabras y le azoté con el rejo de madre: ¡se lo dije!, ¡o soy bruja o soy vidente jajajaja! Usted se va porque la palabra tiene un poder inmenso, y ella me replicaba: ¿será?, ¡tengo un inglés pésimo!, pero yo estaba resuelta a infundirle confianza porque presentía que ella se iría, que la escogerían sin importar el inglés, porque allá necesitan enfermeras, es un país que requiere de gente para trabajar, porque los de allá no quieren este trabajo, o son músicos, escritores, escultores, cantantes o lo que sea menos enfermeros.
¡Estaba tan pesimista!... ¡No me llaman!, y yo ataque: ¡Sí la van a llamar!, en esto ya estábamos en Cartagena presentando su examen y nosotras ahí con Sonia esperando a ver con qué cara salía y no pudo ser peor que el día en que llegó a la casa, los perros ladraban y 4 nagasakis cantaban a la vez, pero la madre bruja le decía: ¿porqué tanta desconfianza si lo pidió con fe?, el viaje le sale, la van a llamar sin importar los resultados del examen de inglés porque allá lo que necesitan son enfermeras, y dicho y hecho, llegó el correo, firmó el contrato y ahora regresó a Cartagena a estudiar alemán intensivo que la misma empresa paga, ¿qué otra cosa desea la niña? Por lo menos si Dios lo permite, hasta dentro de dos años no la veré, pues el contrato es por éste tiempo, pero la extrañaré mucho aunque diga con rabia: ¡qué fastidio llegar a esta casa!
Así las cosas me doy cuenta que todo son números y coincidencias y que estoy completamente sola, mis hijos se van poco a poco, los perros envejecen conmigo, mi amada lora Julissa tuvo un final muy triste cierto día de julio un 18 para ser exactos, en que salí a dar una vueltecita con mis hijas y llego a una casa muy silenciosa, demasiado sospechoso para ser verdad, y los perros arrinconados menos Sofía, y debajo de ella mi preciosa lora con sus patitas encogidas y la mirada abierta a un infinito que le negué por mantenerla prisionera, pero realmente tenía las alas muy largas, la encerraba a ratos y ella salía cuando se le daba la gana a molestar a los perros, y ellos le ladraban enojados.
Después de 16 años a mi lado, la tristeza quedó aquí rondando por mi hogar, es increíble lo que extrañamos a un animal que ha convivido con nosotros, igual que a un familiar.
El 19 de noviembre fue el día de la muerte de Anderson, él amaba mucho a mis hijos, y con Verónica tenían una conexión especial, fue a la última que llamó ese día, quería que ella se viniera con él en la moto, pero ella tenía mucho afán por irse para la universidad, fue estando en el bus cuando le avisaron del accidente, y un poco antes él le había dicho: ¡Viñu te amo!
¡Es raro!, pero el día que tenía que viajar a Cartagena era el día 19 de noviembre y entonces ella dice: mami, él me está ayudando... así lo siento, y nos abrazamos largo rato.
Raquel Rueda Bohórquez
21 11 18
No hay comentarios:
Publicar un comentario