jueves, 30 de noviembre de 2017

GLORIOSA

GLORIOSA

Gloriosa salió cartón en mano,
y el júbilo fue la estación
donde la primavera mejor
en los ojos de la madre se quedaron.

¡Aplausos!, ¡aplausos a los laureles!
¡Aplausos al saber y al conocimiento!
Y el cartón pasó siendo un jumento,
postrado pidiendo un beso al universo.

¿Qué sucedió con la vida?,
¡Se fue ligera con los ojos chinos
entre afanes y amanecidas!
Se fueron despacio las ilusiones,
parecen cometas sueltas a la desventura
y el salón lleno de cartones.

Gloriosa prepara la comida para sus hijos,
se ha quitado el eslabón del cuello
y los honores los guarda en el cajón de los recuerdos.

¿Para qué mierdas tanto estudio?, ¡ni un trabajo digno conseguí!
Perdí el tiempo en medio de grandes idiotas
y el honor se lo llevaron los burros lamezuelas
que pisotearon la honra para escalar,
sin nada que aprender de la vida.

Gloriosa ya no llora, aceptó la realidad,
aparta las rocas de su garganta,
busca hilos de colores y borda con templanza
al amor, lo único que le ha quedado,
y  lo cuelga al viento entre el pasto mojado
y el airear que lo hace bailar
en medio de la mascarada.

Adivino en su andar una vaga sonrisa,
se han crecido los laureles y se aferran de sus manos,
sale de la iglesia y lleva un rosario igual que mi madre;
es porque aprendió  la lección del silencio
entre cruces que borda con espinas y pensamientos.

Raquel Rueda Bohórquez
30 11 17



No hay comentarios:

Publicar un comentario