SUEÑO 090117 (5)
Hora de dormir y recordé los milagros de María, mucha fe
hacia la madre de Dios, sin importar lo que otros piensen o censuren, a pesar
de tener tantas energías negativas en alguna época, rechazando el rosario por
una fuerza que me dominaba, a pesar de todo, llegaba a orar con mi madre. En
algunas ocasiones no hablaba nada, pero mentalmente repetía las oraciones, en
esto pedí a mi madre ayuda, ella sabe las cosas, ¿es bueno vivir con alguien
que nos desprecia?, su celular está lleno de inquietud, un día la zancona rana
platanera, otro día la Benny Cascarón, luego el otro cascarón, y así mensajes
pidiendo teléfonos para encontrar al amor de su vida, las prostitutas y pare de
contar, ¿hasta cuándo tenemos que soportar, pensando que Dios nos castigará si
reventamos una cadena de amor inexistente?
Pero luego viene la frase: “hasta que la muerte los separe”,
me parece lo más pervertido que han inventado, la verdad a veces dudo de que
fuera Dios quien lo dijo, el hombre nos acomodó para ser sus esclavas, porque
ellos continúan su soltería, mientras la mujer debe estar sometida de por vida
a un amor fallido, ¿es justo?, con estas respuestas enojaba mucho a mi madre
quien solo respondía: ¡Ay Dios!
Anoche hablé con la
señora del cielo y le pedí luz sobre mi vida, siempre quise dejar todo de lado,
pero pensé en mis hijos pequeños, y decía para mi interior: “cuando sean
mayores me separaré, por ahora necesitan de mí y de un padre”, y los muchachos
se levantaron con la coraza sobre ellos, una fuerza divina nos empuja y nos
habla de la manera más dulce, y empecé a caminar por donde siempre lo hice,
busqué el sendero de tus ojos negros y me quedé en tu cabellera ondulada y
brillante.
Ahí, en ese paraje de los 3 lagos que tal vez se referían a
mis 3 hijos, donde la transparencia de sus aguas dibujaban en su espejo toda la
maravilla que había alrededor, las montañas y sus flores tocaron fondo, se
mezclaron con los algodones blancos y grises que se movían suavemente en las
alturas, dejando luego una estela dorada que pintaba el sol en ese lago
tercero, en donde te vi y me viste, pero agachaste la cabeza y quise continuar
como si no existieras.
Luego vi a la chica, era hermosa, blanca y de cabello
castaño, llevaba un bebé en brazos pero
estaba histérica, era tu esposa en el sueño, pero cada uno estaba por su lado,
ella gritaba mucho a su otra hija para que fuera en su ayuda, mientras en la
hamaca de rayitas escondías el rostro, una hamaca colgada en el aire, ¡qué
raro!, pero todo es posible en los sueños, después algo te movió a otro
instante y elevaste la mirada hasta una mínima altura de mi cuerpo y nos
tocamos los ojos, la fuerza del amor me empujó a tus brazos, cerca de Hidaly mi
cuñada y mi hermana Socorro quienes veían admiradas cómo una mujer adulta como
yo, podía estar besando a un hombre delante de todos, como si en el mundo sólo
existiéramos los dos.
El ruido de otro día me despertó a las 5.05 am y conté a mi
hija el sueño, ella me respondió: ¿sabes madre que también ésta semana pensé en
él, debido a mi profesión?, tal vez me pueda ayudar, ¿pero ayudar a qué?, una
enfermera tiene las puertas abiertas hasta del cielo, y me levanté optimista a
disfrutar de otro maravilloso día, todo sonaba a ruido de lora demente, a gatos
maullando, a niños pidiendo el primer bocado del día, y el árbol entonaba una
majestuosa oración, las brisas llegaron y todo es dulce y hermoso.
Y sí, la madre me regaló un mágico sueño, fue un baño
increíble, fueron unos besos olvidados que regresaron cual brisa fresca, al
balcón de mis ensueños.
Raquel Rueda Bohórquez
09 01 17
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