Si la vida persiste un poco más en nuestra carne;
que no muera la poesía mientras tanto,
que no calle el poeta ni el ave,
y que las flores sean insistentes en su aroma.
Si despiertas y lo primero que sientes es calor,
desarropas tu carne vieja y te levantas;
que no silencie la oración en tu ventana,
ni dejes de observar la cimiente
que con el rocío brota y se convierte en hojas
y luego es árbol, trigo y bonanza.
Nada importa más que la vida,
¡pero que no duela la carne!
Que no insista la aflicción ni se amañe,
que no se duerma la sonrisa en la boca
ni el corazón deje de palpitar
si asomas a mi alcoba
y dándome la mano me haces levantar.
Si la vida persiste,
si se antoja aún a pesar de que duela,
¡se vale!, importa más que todo el dinero,
que todo el afán y la gloria.
Aunque confabulen en mi contra,
la vida es el mayor tesoro
por Él nace un poema en un árbol
y una pluma hace estación en un nido.
Si la vida persiste...
Raquel Rueda Bohórquez
02 07 17
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