Buscó y buscó el tejedor
la rama más fuerte del árbol,
las hojas más dulces,
las flores más perfumadas.
Halló en el canto el amor
que bailaba versos al viento,
y en medio de tal contento
formaron nido en un junco.
Entre tanto árbol
una fuerza los juntó,
y las ramas alargadas
parecían poemas musicales
al tocarse los troncos en las quebradas.
Y el amor se creció una mañana
en una cuna muy bien formada,
abriendo rosas y claveles
que la lluvia mojaba.
Raquel Rueda Bohórquez
05 0717
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