EL VIEJO DEL PERRO BLANCO (11) R
Mandé a la musa de vacaciones, no quiero escribir nada, no quiero
pensar, pero el viejo lleva su buena carga y un amigo que no lo defraudará.
Es seguro que una tarde cualquiera, la musa vendrá en
caballo blanco y me contará que el sueño de anoche era verdad, ¿sabes qué?,
caminaba sobre un tejado en una inmensa casa de campo, porque quería tocar las
estrellas, pero era de día y sólo comulgué paisaje, todo era de muchos colores,
los árboles tocaban el cielo y un par de caballeros pasaron veloces en sus
caballos, uno era rojo, el otro era pinto, pero el joven estaba sobre la bestia
y desde ahí se lanzó a un lago tan bello como los ojos de mi abuela, era azul
claro, podía ver el fondo, a los peces que jugaban y a los caracoles que besaban
las rocas.
El sueño me habló que todo es nuevo, nada envejece, solo la
carne, y que un hombre que ama a los animales no puede ser malvado porque tiene
la esencia de Dios en él.
¿Qué te diría del viejito del perro?, tiene una mirada
franca, se pasea con el mejor amigo que pudo hallar y ambos se pertenecen, son
parte del tallo, de la raíz y del árbol, y algún día la semilla será plantada
cerca de la montaña de los sueños, para que el viejo se multiplique en todos
los paisajes.
Tiene por contar que fue el más valiente, porque supo vivir
la vida y jamás desdeñó una sonrisa, no se arrodilló ante nadie y con el rostro
en alto se levantaba después de caer, con el apoyo de la fe que lo animaba.
Va con su perro porque es el único amigo fiel que halló en
la tierra, ni siquiera su esposa pudo ser fiel a su amor, porque con el primer
bandolero que le abrió la bragueta con ese se fue, ¿no qué no?, después volvió
con el rabo entre las piernas a pedir perdón, pero el viejo no estaba dispuesto
a ser pendejo y se enamoró del día y de la noche, disfrutó de miles de puestas
de sol, de la flor del camino, del verso del papayero y las brisas de julio que
entre ardientes y frías, aconsejaban a su bigote a reír de nuevo, con la
libertad del caminante que comprendió, que el hombre es variable para amar,
pero que en su perro halló la fidelidad de un amigo a su lado que jamás
discutiría por sus errores, y que siempre lo alentaría a caminar y caminar, a
salir a darle pelea a la vida que blanqueaba su barba y destechaba su cabeza.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 18 07 17
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