ESPIGAS (32)
Esa tarde estaba por ahí,
Viendo sin ver, tocando sin sentir;
Escuchando al carpintero sonar tambores
En medio de un valle con espinas y sonrisas.
Te vi pasar, te escuché cantar;
Lejos, en ese rincón de los mutismos,
En medio de un solar inmenso y reseco
Que inundaba el valle de silbos de perdiz
Y ese bonito sonar del viento
En medio de las hojas.
Vi entonces que el amor era un aroma
Y perfumaba a zorzal en elevada rama.
Se cubrió la tarde de nubes bailadoras…
Parecían danzas de africanas espigadas
Y con trajes de colores, me regalaron su mensaje
Pintando un arco de gamas en el cielo.
No te sentí llegar, hubo sorpresa;
Siempre estabas ahí, parecías un gajo enorme
Aferrando lo tembloroso de mi carne,
¡Y nos vimos!, fueron gotas de lluvia que cayeron
Mojando mis párpados, habitados en tus ojos.
Eran de trigo verde, florecidos de gorriones.
¡Tan hermoso espigaron!, que recuerdo ensenadas,
Caminos viejos bordando sueños con alas gigantes.
¡Nos crecimos, nos volamos un instante!...
¡Éramos águilas, inmensas águilas
Descubriendo el mundo con tanta espiga,
Que lo habíamos olvidado!
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 14/16
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